Más aún. El doctor José Antonio Segebre Berardinelli, que por cierto es más empresario que político, explicó a los ganaderos que le interrogaron sobre temas puntuales de la problemática de sus municipios, las soluciones que estaba implementando su Gobernación. Incluso, como buen gobernante que sabe escuchar, acogió el escenario para ensamblar, de la mano de Corpoica y Fedegán, nuevos proyectos en beneficio de los ganaderos de la región, aprovechando recursos que el Gobierno Nacional ha dispuesto para el sector rural y los que puede aportar la Gobernación.
Sorprendió, además, que ganaderos de otros departamentos presentes en la reunión, se lamentaran no tenerlo como gobernador. Pero también sorprendió el respeto a las posiciones ideológicas de un gremio privado como las de Fedegán, para quien está en juego en La Habana la política rural, el uso y la propiedad de la tierra, que son puntos cruciales para desarrollar la actividad agropecuaria, y lo cual le ha ocasionado que el mismo Gobierno Nacional lo tilde de enemigo de la paz. Fedegán siempre ha defendido la paz, pero lo que no concibe es que sea a cualquier precio, menos el que le han impuesto las Farc al Gobierno de Santos.
Contrasta su posición con la de otros que ostentan el título de gobernadores sin que siquiera se aproximen a tal calidad, y para quienes es menester recibir el favor del Gobierno central pasando primero el sombrero por delante. Por eso es grave para el presidente Santos y para la democracia colombiana, el reconocimiento que hace el gobernador del César, de que para obtener recursos del gobierno nacional -que por derecho les corresponde-, se debe comulgar con sus ideas y hacer las genuflexiones respectivas.
Para ejercer tal soberanía no es necesario abrogarse la representación de los ganaderos. Los principios democráticos no se compran. Se ejercen.