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columna

¿Seguimos sin entender qué ocurrió en Israel el 7 de octubre?

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969

Hace un año, el 7 de octubre de 2023, Israel fue objeto de un súbito y masivo ataque de fuerzas terroristas dirigidas por el régimen islamista de Irán: Hamás y Hezbollah. Hamás ejecutó ese día la más pavorosa masacre antijudía desde el fin de la Shoah durante la segunda guerra mundial: lanzó 4.000 misiles contra objetivos civiles y militares israelíes y 3.000 de sus milicianos cruzaron la frontera de Gaza en lanchas rápidas, parapentes, camiones, camionetas, motocicletas y excavadoras.

Los terroristas entraron a 21 kibutz y poblados israelíes y, en un día, incendiaron, asesinaron y torturaron familias enteras en sus propios hogares. Los imprecisos misiles de Hamás mataron no solo israelíes sino también a palestinos en la propia franja. Cinco grupos palestinos entrenados y armados participaron en ese asalto cobarde y sangriento.

Las cifras de las víctimas israelíes son hoy más o menos precisas:1.546 perdieron la vida el 7 de octubre, 5.629 fueron heridas y 251 fueron secuestradas. De ellas, 97 todavía están en manos de sus verdugos. ¿Por qué razón? Por ser judíos. Un año después, tras la respuesta de Israel, la dirección de Hamás y de Hezbollah ha sido decapitada, sus bastiones subterráneos descubiertos y miles de sus miembros han muerto. Hamás alega que el 90% de la población de Gaza ha sido desplazada y que 41.467 civiles palestinos murieron (1). Y oculta dos hechos importantes: que Israel sigue bajo el fuego de la barbarie antisemita acometida en siete frentes diferentes y que no hay otro ejército que haga más para advertir a la población civil antes de lanzar sus ataques contra los centros de comando enemigos.

Ante esa acusación habría que evocar una frase luminosa de Golda Meir: “Quizás podría disculpar a los árabes por matar a mis hijos, pero nunca los perdonaré por obligarme a matar a los suyos. Sólo tendremos paz cuando ellos amen a sus hijos más de lo que odian a Israel”. Golda Meir, quien conocía el rudo combate de Israel por su existencia, abocado a la realidad de dejarse matar o sobrevivir mediante la lucha, había declarado: “Prefiero las condenas a las condolencias”.

Lamentablemente, algunos órganos de la prensa colombiana dejan de lado esos hechos y caen en una visión confusa del 7 de octubre, de la naturaleza de esa guerra y de sus actores. Algunos muestran a Hamás y Hezbollah como grupos “radicales” y de “resistencia” y no como fanáticos terroristas. Otros no ven lo que está en juego para Israel, la única democracia del Medio Oriente, en esa guerra. Tales deficiencias se reflejan en el tono y contenido de ciertos artículos de conmemoración publicados antier. Por ejemplo, solo El Colombiano catalogó a Hamas como grupo terrorista, pero ni El Espectador ni El País lo hicieron. Un matutino afirmó sin sonrojarse que en materia de víctimas hasta hoy solo hay “900 civiles israelíes”.

Ningún artículo de los que he leído utilizó la palabra “antisemita”, ni “antisemitismo”, ninguno admite que el pogrom del 7 de octubre puso en juego la existencia misma del Estado de Israel. No encontré un solo análisis que afirmara el derecho inalienable de Israel a defenderse. Ninguno fustigó la meta de Hamás de alcanzar la destrucción definitiva, “del rio al mar”, de Israel y de la población judía en la región. Muchos reporteros siguen viendo esa tragedia como la incursión de una fuerza armada islamista contra las fuerzas de defensa de Israel. Fue un solapado asalto contra miles de jóvenes y civiles de todas las edades, por unas falanges intoxicadas por el odio antisemita. La prensa ve esa tragedia como algo lejano y sin conexión con el destino inmediato de Colombia y del mundo en general.

Esa grave confusión no cayó del cielo. Es evidente que en algunas redacciones (pero la prensa colombiana no es la única) fue inculcada la narrativa islamista bajo el disfraz de una actitud “humanitaria”: la necesidad de un “cese al fuego inmediato” (aunque sus autores saben que Hamas y Hezbollah rechazan toda negociación con Israel). Esa versión describe a Israel como un país “agresor” y “genocida” y hasta “nazi” y a Hamas y Hezbollah como grupos de “resistencia”, como abnegados “defensores” de palestinos y libaneses, cuando lo cierto es que esos pueblos, utilizados como escudos humanos, viven bajo la opresión más abyecta de las milicias subordinadas a Irán. Hasta un matutino citó a un “experto” que elogió las “respuestas limitadas” de Irán en el plano estratégico regional.

Esa indulgencia pasmosa respecto de Hamas y Hezbollah impregnó la declaración de ayer, en Nueva York, del ministro colombiano de Relaciones Exteriores, Luís Gilberto Murillo. Este no admite la responsabilidad de Hamás en la masacre del 7 de octubre, pero concluye ahora que “la situación se ha tornado algo inaceptable”, según El País, de Cali, —como si el 7 de octubre de 2023 no lo hubiera sido—. En consecuencia, Murillo pidió “el cese de las hostilidades” y una “solución política”. ¿De qué “solución política” habla?

El motivo de la matanza del 7 de octubre fue el acercamiento entre Israel y los países árabes —los Acuerdos de Abraham—, proceso que Irán teme más que nada y quiere sabotear. ¿De qué negociación habla el canciller Murillo y el presidente Gustavo Petro?

En el año que siguió al 7 de octubre, Petro se alineó dócilmente: insufló el odio anti-Israel en manifestaciones callejeras y repitió como cotorra donde pudo que los judíos son “nazis” y “genocidas”. Y siete horas después del comienzo de la masacre dictaminó: “Ha estallado de nuevo la guerra entre Israel y la Gaza palestina”. Comenzó así una campaña de mentiras que no ha terminado todavía: rompió sin motivo las relaciones con Israel, un país amigo de Colombia, y prohibió las exportaciones de carbón. Y apoyó a Sudáfrica en su demanda bufona contra Israel en la Corte Penal Internacional.

Gustavo Petro no condenó el 7 de octubre y sigue negando lo que ocurre en Gaza y Líbano. Como escribí el 8 de octubre de 2023, Petro trasladó la culpa del ataque islamista a Israel y legitimó “el asesinato de civiles judíos por ser judíos”. Su análisis es y sigue siendo repugnante.

(1).- https://www.bbc.com/mundo/articles/cpqz11gyzrlo#:\~:text=La%20BBC%20habl%C3%B3%20con%20algunas%20de%20las%20personas%20afectadas%20por

8 de octubre de 2024