Se acabó el año, sin duda el más difícil que las generaciones actuales hemos debido sortear, pero que al fin y al cabo deja muchas lecciones aprendidas. Y como el buen marinero se forma en las aguas turbulentas y de tempestad, más que en las mansas y apacibles, enseñanzas importantes debemos sacar como sociedad.
Una de las lecciones notables, a destacar, es el inmenso compromiso de nuestros hombres y mujeres del campo para seguir produciendo en medio de tantas adversidades. De allí que el sector agropecuario terminará 2020 siendo uno de los dos únicos sectores, junto al financiero, en registrar un crecimiento de la economía, la cual retrocederá al menos 8 % en el presente año.
Ojalá los demás eslabones de las cadenas agropecuarias, los de transformación y comercialización, imprimieran tal esmero para 2021, pensando en consolidar nuestras cadenas de valor. El potencial agroalimentario del país es inmenso y ya en tiempos de crisis, como los de 2020, demostró su capacidad de hacer, aun incluso con tecnologías de mediados del siglo XX y vías terciarias del siglo XIX.
Pero además 2020 deja una enseñanza fundamental que debería tener grandes aplicaciones en el sector rural si las políticas públicas se direccionan adecuadamente, y que tienen que ver con la educación formal para nuestros niños, niñas y jóvenes del campo, incluso hay espacio para los adultos.
Este año que termina rompió el paradigma sobre las comunicaciones presenciales y dio el paso a la virtualidad. Grandes reuniones de negocios, asambleas, parlamentos del mundo trabajaron en conexión gracias a las plataformas tecnológicas y el internet. Sin embargo, aún hay inmensas deudas con el sector rural en materia de conectividad como la habido estructuralmente en otros grandes temas.
Si las políticas estatales hicieran esfuerzos importantes para tener conectividad de alta calidad y gratis en las zonas rurales del país, automáticamente tendríamos un rápido avance en las curvas de enseñanza y aprendizaje de dichas comunidades. De un lado, al llegar con programas formales de educación que permitan transferencia adecuada de conocimiento, y de otro, tener la posibilidad de acceder a una biblioteca inmensa y casi infinita que se llama internet.
Disminuiríamos los tiempos de desplazamiento de nuestros niños, de sus casas a las escuelas y viceversa, que diariamente pueden sumar tres y hasta cuatro horas; y los maestros rurales tendrían mayor capacidad de eficiencia para hacer cosas. Hay que invertirle con generosidad a nuestro sector rural: los frutos se verán.
Es una tarea de corto plazo en la que deben enfocarse nuestras instituciones encargadas de tecnologías de información y comunicaciones, además las herramientas para hacerlo ya están inventadas y operando en otros lugares del mundo: los globos de Google, por ejemplo, que llevan conectividad satelital de bajo costo a los más recónditos lugares del planeta impulsados por las políticas de diferentes gobiernos.
Sin duda, un buen regalo para 2021 será tener mejor y suficiente conectividad rural que permitirá generar ventajas competitivas en nuestro sector agropecuario. Evidentemente necesitamos más globos.
@ojcubillosp