Eso lo saben México y Canadá, que con la llegada de Trump en 2017 y la solicitud de su gobierno, decidieron renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte - TLCAN (en ingles NAFTA), y dio como resultado un nuevo acuerdo, el Tratado México, Estados Unidos y Canadá – TEMEC. En boca de muchos mexicanos, peor que el anterior. Las lecciones sencillamente serían que, al fin y al cabo, para cada nueva petición se deberá estar preparado para una nueva concesión.
El caso de la revisión es más un examen de introspección con el ánimo de evaluar los aspectos positivos y negativos del acuerdo comercial y poder implementar otros convenios de gestión, avance, implementación e incluso medir la voluntad política entre los participantes, pero en los mismos términos normativos que se definieron en el Tratado de Libre Comercio.
Un claro ejemplo es el del sector ganadero colombiano frente a sus dos principales cadenas de valor, la lechera y la cárnica. Las dos balanzas comerciales deficitarias en 2022 frente al comercio con EEUU. En leche y sus derivados con un déficit de US$124 millones y en carne de US$45 millones que no son cifras menores.
Claro, con insumos a la mano para la alimentación bovina como maíz y soya, y mejor infraestructura en finca, un litro de leche cruda en EEUU tiene hoy un precio de US$0,41 mientras que en Colombia es de US$0,53. Si además agregamos las diferencias en capacidad de transporte y transformación, así como la excepcional red de vías del país del norte y las subvenciones que al fin y al cabo llegan de manera indirecta a varios sectores rurales, las diferencias comparativas y competitivas terminan por explicar por qué se importaron en 2022 alrededor de 311 millones de litros de leche equivalentes desde EEUU, es decir el 4,2% de nuestra producción. Bastante.
Al contrario, nuestras exportaciones lácteas a este destino apenas fueron de US$10 millones, 1.731 toneladas. Marginal, pero al menos se han logrado poner productos lecheros en el mercado americano. Sin embargo, en carne no se ha logrado colocar allí un solo kilo, dadas las múltiples restricciones sanitarias o de trazabilidad a nuestros productos, pues las preocupaciones de EEUU radican en la cercanía geográfica de Colombia ante el único país que no es libre de aftosa por parte de la OMSA – Organización Mundial de Salud Animal-, como lo es Venezuela.
En ese sentido lo que se ha solicitado en diferentes oportunidades a EEUU es que facilite la entrada de carne colombiana a este mercado, sabiendo que Colombia ha venido cumpliendo un plan de actividades necesarias para el ingreso a este destino.
Es país libre de aftosa, tiene una zonificación sanitaria como método de protección frente a la misma enfermedad, tiene una zona de exportación en gran parte de la zona Caribe que de hecho es la de interés para EEUU desde la óptica de surtimiento y proveeduría, el Servicio de Inspección de Sanidad Animal y Vegetal – APHIS- ya realizó visitas en finca dando su beneplácito y haciendo sus observaciones. ¿y entonces qué nos hace falta?
Viene allí entonces la oportunidad de revisión del TLC porque evidentemente el comercio de carne y leche ha sido desequilibrado y poco justo. Si se realiza un acuerdo comercial es para que los diferentes sectores económicos, recíprocamente en los dos países progresen. En ese contexto, la ganadería colombiana, sus productores, podrían tener una mejora sustancial en su nivel de ingreso y en la generación de desarrollo y riqueza para sus territorios, si se tiene admisibilidad al mercado de carne en EEUU lo que sin duda compensaría las grandes dificultades que se han tenido por el lado de la leche.
Evidentemente tal revisión; sin que se requiera una renegociación, ni siquiera el cambio de una tilde del texto del Tratado de Libre Comercio; haría que se tenga un comercio más justo, claro lo primordial aquí será que los gobiernos de los dos lados hagan la tarea, colocando el acelerador en las actividades pendientes así como haciendo efectiva y tangible la voluntad política.