Por: Nicolás López Martínez
En la edición 963 de la revista del ELN, llamada Insurrección, el editorial del Comando Central (Coce) hace referencia a una exposición del cura guerrillero Camilo Torres, realizada el 14 de julio de 1965. En ella habla de “lograr que la clase popular tenga una conciencia común. Si nosotros no tenemos objetivos comunes, nos vamos a dividir… no basta la unión por sí sola, es necesaria la organización. ¿Para qué esta organización? Es para la toma del poder”.
Este alarmante panorama en el que se plantea una organización de las supuestas clases populares, que no lo son, no se reduce al discurso del ELN. Hay movimientos, como el Congreso de los Pueblos (CDP), que también animan las condiciones de un levantamiento popular. Han llegado a la propuesta, como lo intentó desarrollar en una anterior columna titulada ‘La toma de la Nunciatura’, de retomar los niveles de movilización social alcanzados en el paro nacional. Lo preocupante es que esta no deja de ser “orgullosamente camilista”.
En ese orden de ideas, El pasado 1 de septiembre, Gareth Sella, viceministro de las Juventudes, citó un trino del presidente Petro en el que afirma: “En las calles siempre somos más. Agitación y organización”. Ahora bien, no estamos hablando de un comentario desubicado ni una salida en falso: Sella podría estar replicando los eslóganes que están en la base del discurso de guerrillas como el ELN. ¿Con quiénes se incluye? ¿A quiénes quiere organizar? ¿A qué vías se refiere cuando habla de agitación?
Al viceministro no se le puede olvidar que es funcionario público y no un miembro de la primera línea. Impulsar la supuesta agitación peligrosa de las calles es una acción a la que no debería restársele importancia. ¿Cuánta gente no ha visto afectada sus derechos en episodios semejantes? Incluso ha habido muertos. Sella podría estar insinuando, como el CDP, la supuesta necesidad de retomar los niveles de protesta de 2021. Pero ¿protesta contra quién, si ganaron las elecciones?
Esperemos que la organización de la que habla Sella sea diferente a la del ELN. Sus delirios de revolucionario podrían estar llevándolo a caer en coincidencias indebidas; narrativas que amenazan con la democracia y la estabilidad de las instituciones constitucionales.
Lo cierto es que, meses después de haber dado la conferencia, Camilo Torres decidió incorporarse, en 1966, a la “organización” de la guerrilla del ELN y empezó a inspirar su lucha armada. Sella debería tener cuidado con ese lenguaje que se acerca más al que usa el guerrillero de monte y no al de un funcionario público. Es que están hablando con las mismas palabras y las coincidencias podrían repercutir en ecos.
Dos años han pasado ya desde las elecciones y no parecen haber dejado de agitar las calles. El discurso de un viceministro no puede coquetear con la subversión.