De acuerdo a la autoridad meteorológica nos encontramos bajo la ocurrencia de un fenómeno de El Niño, aunque bien la intensidad con la que se ha sentido es claramente diferenciada según la zona del país. Las más afectadas son las regiones Caribe y Pacífica; las de menos impacto, al menos en las últimas tres semanas, la Andina y Llanos Orientales. Ahora bien, vale recordar que en términos aproximados alrededor del 55% de la producción de leche del país es originada en trópico bajo y 45% en trópico alto, a pesar de la notable diferenciación productiva de los sistemas que puedan estar en cada uno de ellos. Es una relación mitad/mitad en términos prácticos, a pesar que el inventario ganadero doble propósito pueda ser el 39% del total del país, mientras que el dedicado a la lechería especializada tan solo el 7%. Así las cosas, quienes hoy están sintiendo con mayor fuerza los efectos de la sequía en materia productiva son quienes están en la Costa Caribe. En el caso de la producción de leche los hatos doble propósito en condiciones normales mantienen un indicador promedio de 5 litros/vaca/día, que con la condición climática actual ha descendido por debajo de tres litros. No quiere decir esto que en la región Andina no se hayan registrado estragos, o mucho menos que no se presentara sequía en nuestros llanos. Sin embargo, la afectación solar sí ha sido menos intensa allí. Aun así, la merma productiva se estima en poco más de 30%. ¿Qué hacer? De un lado el Ministerio de Agricultura destinó recursos para desarrollar el Programa de Alimentación Bovina que permitirá mitigar algunos de los impactos climáticos en materia productiva y reproductiva. Pero bien vale que cada productor realice el balance respectivo de cómo se preparó para afrontar este fenómeno climático. Lo relacionado con el actual “Niño” se venía anunciando desde mediados de 2018, a pesar que la actividad seca empezara a notarse desde finales de octubre. La promoción de instrumentos para almacenar agua estuvo presente (construir lagos, micro represas y jagüeyes con aguas lluvias), así como producir alimento alternativo, proteger las fuentes de agua y reducir la carga animal de acuerdo a las expectativas. Lo que no puede pasar es que evento climático tras evento climático no aprendamos las lecciones. Hoy nos quejamos por la ausencia de agua, pero en cuatro meses la queja será por el exceso de ella. El cambio climático es una realidad: cada vez serán más eventos y de mayor intensidad. ¿Qué hacer? Solo de la dificultad puede obtener una oportunidad, e insisto con este mensaje. Hoy en época de sequía no debería haber problema con el abastecimiento de alimento para los bovinos pues se debieron generar reservas en los meses anteriores, más si se sabía venia una fuerte “Niño”. ¿Lo hicimos? ¿Hoy en fuerte sequía qué deberíamos estar haciendo como productores? Limpiando fuentes hídricas para evitar taponamientos en el próximo invierno, crear nuevos cauces para el buen manejo hídrico y evitar excesiva acumulación del agua en ciertas áreas que pudieran ocasionar deslizamientos, adaptar zonas acuíferas nuevas para que sean recargadas con la entrada de las nuevas lluvias, descompactar suelos, establecer un programa agroforestal o silvopastoril para que le dé inicio apenas entre las lluvias. Europa, EEUU, Argentina y otros países ganaderos lo hacen año tras año al ser países regidos por la estacionalidad climática definida. En otras palabras, debemos pasar de la crítica a la acción.