O mejor, ¿quién está detrás de la persecución contra todo lo que se relacione, huela o se parezca a Fedegán? Mientras escribo estas líneas vivo el drama de uno de los daños colaterales de esta retaliación oficial sin antecedentes contra un gremio. Fueron despedidas las primeras 45 personas que prestaban sus servicios al Fondo Nacional del Ganado, FNG, y, en los próximos 2 meses, saldrán cerca de 300 más en todo el país. Una tragedia para 349 familias colombianas. Algunos sonreían con la procesión por dentro, pero las lágrimas y las despedidas estuvieron a la orden del día, un día luctuoso para Fedegán, pues el único pecado de estas personas fue trabajar en el Fondo Nacional del Ganado, que fue administrado por nuestra Federación durante 22 años con resultados incuestionables y amplio reconocimiento, hasta cuando, hace ya 4 años, al Gobierno le empezó a estorbar nuestra posición. Mientras esto sucedía, la empresa Friogán S.A. buscaba afanosamente al liquidador del FNG, su principal accionista, para que dentro del plazo fijado por la Supersociedades y, de acuerdo con su compromiso y el cumplimiento de sus propias condiciones, firmara el voto favorable del Fondo en el Acuerdo de reorganización de la empresa, con la inyección de capital de un nuevo inversionista. Pero el liquidador no apareció, y si triunfa la campaña para entorpecer a toda costa la capitalización de Friogán y su salida del régimen de insolvencia, también se irá a liquidación, como el FNG, y cerca de 1.000 personas más perderán su empleo. No creo en maldiciones y, entonces, solo me queda preguntarme: ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué un alto directivo bancario, hace algo más de un mes, echa de su oficina al presidente de Friogán y a un inversionista interesado en pagar una deuda de más de $20 mil millones? ¿Por qué un banco querría que no le paguen? ¿Por qué un viceministro de Asuntos Agropecuarios se opone con artimañas a que la junta directiva del Fondo Nacional del Ganado, entonces vigente, apruebe el voto favorable a un Acuerdo que salvaría a Friogán, con el argumento peregrino de que no era justo con los bancos? ¿A quién debe defender el viceministro, al sector agropecuario o a los bancos? ¿Por qué no salvar a una empresa con activos superiores a 178 mil millones y deudas por 54 mil –una relación razonable–, con 5 plantas de sacrificio que hacerlas hoy costaría más de $244 mil millones? ¿Por qué negarle una oportunidad a una empresa con indicadores de franca recuperación durante 3 años consecutivos? ¿Por qué el liquidador del FNG, principal accionista de Friogán y de cuyo voto depende su recuperación, es también el promotor del proceso de reorganización de Friogán ante la Supersociedades? Con un sombrero tiene que acabar con el Fondo y con otro debería –es su misión– tratar de salvar su principal activo, que son las acciones de Friogán. ¿No hay una manifiesta incompatibilidad? ¿Por qué a un inversionista interesado en capitalizar a Friogán, que pasa todos los filtros para este tipo de transacciones, le aparece a última hora un escándalo mediático? A propósito, en rueda de prensa el inversionista aclaró todas las mentiras y medias verdades con las que se pretendió obstaculizar el negocio. ¿Por qué desapareció el liquidador – promotor, preciso el día de la firma ante la Superintendencia del Acuerdo que permitía la capitalización? Si se salva Friogán desaparecen las causas que llevaron a la liquidación del Fondo Nacional del Ganado, y las que utilizó el Ministerio para quitarle a Fedegán su administración. ¿Quién estará moviendo los hilos? @jflafaurie