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columna

Prioridad absoluta

por: Miguel Gómez Martínez- 31 de Diciembre 1969

Muy importante el reenfoque de la política de subsidios, pues estos se han convertido en una camisa de fuerza que genera problemas estructurales. 

Publicaron las cifras de la balanza comercial del 2018 y los resultados no son favorables. El déficit ascendió a USD 7.113 millones con un incremento del 16,7 % con respecto al 2017. El gobierno de Iván Duque recibió una muy mala herencia en este campo. Entre el 2014 y el 2017, el desequilibrio acumulado del comercio exterior ascendió a la impresionante cifra de USD 39 mil millones, equivalente a un promedio de USD 9.750 millones por año, algo sin precedentes en nuestra historia económica. Santos, que irónicamente fue el primer ministro de Comercio Exterior, y su equipo económico, dejaron un balance desastroso en la materia.   El gobierno entiende y dimensiona la magnitud del desafío que tiene por delante. Se trata, nada más ni nada menos que de recuperar la productividad y competitividad de una economía que tiene serios problemas estructurales. La Ley de Financiamiento da un buen paso al aliviar la carga tributaria sobre las empresas. El Ministerio de Comercio, Industria y Turismo encabeza una guerra frontal contra la tramitomanía y la burocracia que tanto daño le hacen a los negocios de la economía transable.

Las conclusiones de la Comisión de Expertos sobre el tema del fracking, también son una buena noticia que debería estimular la inversión, producción y exportación de hidrocarburos. La Ministra del Trabajo ha planteado, con coraje, la necesidad de permitir la contratación por horas, un paso en la necesaria y urgente flexibilización del régimen laboral. 

Y la estrategia de la Cancillería, que apunta a liberar a Venezuela de la dictadura populista, también tiene efectos en el comercio exterior. Recuperar el mercado natural del vecino país tendría un inmediato impacto sobre las exportaciones colombianas. No sobra recordar que en el 2008, las ventas a Venezuela sumaron más de USD 6.100 millones, una cifra cercana al desequilibrio comercial del año anterior.

El Plan Nacional de Desarrollo trae interesantes medidas que tendrán impacto en la competitividad de la economía. Muy importante el reenfoque de la política de subsidios, que se han convertido en una camisa de fuerza que genera problemas estructurales mayores en lugar de resolverlos.   También es de resaltar el énfasis en el tema de ciencia y tecnología, donde se espera por fin lograr presupuestos significativos que permitan que esta palanca de productividad deje de ser la cenicienta que ha sido siempre. El PND trae como prioridad el tema de servicios públicos para promover la competitividad, una de las áreas que más golpean la estructura de costos de las empresas establecidas en el país.

Salvo la caída esperada de Maduro, ninguna de estas medidas puede generar cambios en el corto plazo. Pero están bien orientadas y tocan asuntos neurálgicos que se habían descuidado durante años. Hay que seguir identificando esos múltiples cuellos de botella que hacen tan laborioso el emprendimiento en nuestro país.   Tenemos un Estado que es enemigo del que crea riqueza, que persigue al que genera empleo y paga impuestos. Recuperar nuestra competitividad y la dinámica exportadora es prioridad absoluta. 

Coletilla: reconforta apreciar la calidad de las instalaciones de Ágora, el centro de convenciones de Corferias, que tiene el tamaño y las características de cualquiera similar en el primer mundo. ¡Por fin la capital tiene cómo atender eventos de talla internacional!

**Miguel Gómez Martínez

Asesor económico y empresarial

migomahu@gmail.com Portafolio, febrero 19 de 2019**