En 1525 Rodrigo de Bastidas introdujo los primeros bovinos al actual territorio de Colombia desde La Española, hoy República Dominicana y Haití, donde era propietario de cerca de 10 mil cabezas. Hasta la primera mitad del siglo XX, la actividad ganadera se concentró en la cría extractiva de ganado, aprovechando el clima tropical sin estaciones y las sabanas nativas existentes. A partir de la segunda mitad del siglo anterior, se comienzan a introducir tecnologías como los pastos mejorados, la mecanización, el mejoramiento genético, el control de enfermedades, la división de potreros y los sistemas silvopastoriles, entre otros. A pesar de que la conservación de forrajes es una tecnología que se usa desde hace miles de años, especialmente en los países que tienen estaciones y confinan los animales durante el invierno, en nuestro país la mayoría de ganaderos no la aplica, poniendo en manos del clima la alimentación de sus animales. Por esta razón, cuando estamos en la mitad del verano (o del invierno, cuando este es el que causa los problemas), hay que salir a comprar heno o ensilaje al doble o más del precio normal; en ese momento las pérdidas ya son muy grandes, pues al valor anterior hay que agregar que las vacas han perdido peso, dejan de producir leche y no se reproducen. Recuperarse de esta situación toma varios años, si el clima es favorable. Está confirmado que un nuevo Fenómeno de El Niño se iniciará el último trimestre de 2018. Hay que prepararse, sería necio no hacerlo. En cuanto al abastecimiento de agua, se requiere limpiar los jagüeyes, retirando la tierra que se ha acumulado en el fondo, para aumentar su capacidad. Es necesario bajar la carga, vendiendo animales improductivos. Se pueden suministrar semillas de árboles como el algarrobillo o el trupillo, o aprovechar subproductos de cosecha como la papa y la zanahoria en clima frío; también es posible preparar bloques multinutricionales o ensilar frutos como el totumo. Teniendo claro que en invierno generalmente sobra forraje, no hay problema en dejar un potrero sin pastorear, para ensilar o henificar ese pasto, teniendo cuidado de no dejarlo “jechar” o madurar porque pierde su calidad nutricional. Todo lo anterior es posible realizarlo a última hora, pero lo que debemos conseguir es que cada año se haga una planeación forrajera de la finca, garantizando las reservas necesarias para alimentar adecuadamente el ganado, durante los siguientes 12 meses. Los sistemas silvopastoriles y la aplicación de prácticas sostenibles como el aislamiento de nacimientos y fuentes de agua, la conservación de los bosques, la recuperación de los suelos, entre otros, son también opciones inaplazables en nuestros predios. Hay que ser claros, la alimentación es la base de la producción ganadera y es la primera responsabilidad que debe asumir un propietario de ganado; llevamos 500 años sufriendo pérdidas cuantiosas y aún no asumimos esta responsabilidad. En la medida que entendamos lo anterior, no sólo superaremos este Niño, sino que estaremos en capacidad de seguir produciendo carne y leche de manera sostenible, en tiempos de Cambio Climático, cuando Niños y Niñas se presentarán cada vez con más frecuencia. **Carlos Osorio M.V.
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