Frente a la producción doméstica seguramente el país no tenga que enfrentarse a un fenómeno de El Niño intenso, aunque si deberá sobrellevar el tradicional verano de inicios del año. Sin embargo, por las eventuales pero intensas lluvias que se han registrado en esta época de verano y por el actual estado de los pastos pareciera que la producción interna no tendría una fuerte caída, aunque evidentemente bajará.
Pero además hay que tener presente que el 1 de enero se activa el contingente de importación de leche en polvo desde EEUU y la UE, que, aunque en el escenario de desgravación de más de una década ya pareciera existir una adaptación del sector frente a esta variable, de todas maneras, no deja de hacer daño.
Claro, el volumen total de leche y derivados lácteos importados equivale al 17% del acopio formal y al 8% de la producción nacional, cifras importantes que al fin y al cabo le quitan espacio al producto nacional. En ese sentido, con un primer trimestre afectado por verano y/o fenómeno de El Niño no tan intenso, los precios podrían tender al alza, aunque no tanto dada la oferta de leche importada.
Parece improbable que los precios superen el máximo histórico promedio registrado por la Unidad de Seguimiento de Precios de la Leche de $2.352 por litro registrado en marzo pasado, a pesar de estar en temporada seca. Es claro que la presión inflacionaria de 2021, 2022 y parte de 2023 parece haberse superado y la mayoría de los precios ya buscan su tendencia de mediano plazo, aunque aun lejos de lo que ocurría antes de pandemia.
De hecho, los mismos precios internacionales de la leche en polvo, entera y descremada, han tenido una tendencia a la baja con algunos ligeros repuntes al alza en las últimas semanas; que en combinación con una tasa de cambio alrededor de los $4.000 por dólar, impulsaría la importación, especialmente de leche en polvo descremada, hoy 23% más barata que la entera.
Habrá que tener presente que luego del verano y normalizado el clima, evidentemente los precios domésticos del litro de leche tendrán más presión a la baja al tener que competir mayor oferta interna con la importada. Dependerá por supuesto de la duración de “El Niño”, de la tasa de cambio y de los precios internacionales, que tampoco se espera tengan grandes repuntes en su cotización.
Sin embargo, hay que tener presente que cada año se actualiza la formula que corresponde a la Resolución 017 de 2012 frente al pago por calidad de la leche, y seguramente el reajuste no sea bajo dado el comportamiento importador y exportador, del precio de los insumos y el precio en los diferentes eslabones de la cadena. En ese sentido el precio al consumidor de nuevo podrá tener presiones al alza, nada conveniente ante la caída del consumo en 5,1% en 2022 y una cercana al 4% en 2023.
Lo que sí es cierto es que de muy poco en poco los precios, no solo de la leche, sino de los alimentos, y en general de los diferentes productos, parecen estar normalizándose, dejando atrás la pandemia y sobre todo la crisis de contenedores y la de materias primas (Rusia – Ucrania). Por ahora, parece que 2024 será un año de vaivenes y transición.