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¡Populista!

Por José Félix Lafaurie Rivera - 23 de Junio 2017

Con sus declaraciones tildando de “populistas” los proyectos sociales de iniciativa parlamentaria aprobados en el Congreso, el Ministro Cárdenas logró unir en su contra a todo el Poder Legislativo y, de paso, terminó graduando de populista a su propio jefe, el presidente Santos.

Con sus declaraciones tildando de “populistas” los proyectos sociales de iniciativa parlamentaria aprobados en el Congreso, el Ministro Cárdenas logró unir en su contra a todo el Poder Legislativo y, de paso, terminó graduando de populista a su propio jefe, el presidente Santos.   Será porque Santos lo es –digo yo–, pues resulta inconcebible que, en 2014, en plena campaña reeleccionista, prometió apoyo al proyecto que cursaba para reducir al 4% el aporte a salud de los pensionados, pero al poco tiempo, sentado en el solio de Bolívar por cuatro años más, traicionó su promesa populista y solicitó el archivo del proyecto. Hoy, tres años después, niega la sanción al proyecto aprobado en el Congreso y se le vuelve a atravesar a los pensionados, que ya están en paro forzoso y no pueden arrastrar con sus huesos durante días bloqueando trasmilenios.   En campaña reeleccionista también, Santos les prometió a los trabajadores volver al horario nocturno desde las 6:00 p.m., pero hoy se opone sin sonrojarse a un proyecto aprobado por el Congreso, que ni siquiera partió la diferencia para llegar a las 8:00 p.m., como también prometió Santos, sino que les ofrece a los trabajadores apenas una hora adicional. Populismo.   Los escuderos del presidente argumentan la estrechez presupuestal por la caída del petróleo, y alguna razón tienen; pero sus razones se desbaratan, no solo porque el Ministro Cárdenas reiteró esa promesa populista cuando necesitó apoyos para la reforma tributaria (2016), y en ese momento no importó que el precio del petróleo hubiera caído –igual no iba a cumplir–, sino porque el Gobierno olvida fácil las estrecheces cuando es sometido a presión, con razones justas por demás, como las del Chocó, Buenaventura y los docentes.   Hace pocos días un presidente circunspecto les dijo a los colombianos que, lamentablemente, no había plata para las demandas de los maestros. ¿De dónde salió la plata en ocho días? Populismo, porque asediado por el paro entregó, además del aumento anual, una nueva bonificación del 6% para 2018, el 11% para 2019 y el 15% a partir de 2020. Más promesas con la chequera de su sucesor.   Aunque son el símbolo de la bajeza política, el voto por tejas y mercados de algo sirve a quien lo vende, impulsado por su necesidad; pero nadie protege su casucha ni se alimenta con una promesa. El populismo de campaña es una estafa, porque el ciudadano desvalido paga por adelantado su parte del trato, pero nunca recibe lo prometido.   No es menos populista el Acuerdo Final. ¿Dónde están los 10 billones adicionales al Presupuesto, en que está tasado su costo anual para los próximos diez años?, sin contar los gastos de reinserción de las Farc, a los cuales, “chambonamente”, a juicio del propio Comisionado de Paz, se les está buscando espacio en los recursos ilícitos de las Farc que deberían ir a reparación de víctimas.   Populismo disfrazar la realidad para mostrar una Colombia “a lo Pibe”, como calificó Sergio Clavijo al informe del FMI que le hace el juego al optimismo gubernamental, mientras la corrupción y la mermelada se comen la plata de las promesas, el país está infestado de coca, la deuda pública externa llega a su máximo histórico de 72.000 millones de dólares; la producción petrolera se derrumba a 800.000 barriles, la balanza comercial es deficitaria en 3.300 millones de dólares, el Gobierno está al límite de la regla fiscal, y al consumo se lo tragó la combinación de un mínimo precario, inflación y reforma tributaria con IVA del 19%. Así las cosas, mejor no escribir en piedra promesas populistas.