Por fortuna el país ha iniciado su proceso de vacunación contra la COVID19, proceso que deberá llevar a resolver la crisis sanitaria que inició el año anterior. Por supuesto, en medio de los nuevos aprendizajes y acciones que se requieren, tardaremos también 2021 para llegar a un puerto en definitiva seguro.
Sin embargo, el otro frente que es fundamental es el económico, seriamente afectado por la situación sanitaria. Al respecto, lo que se plantea como tema estratégico es el relacionado con temas fiscales y tributarios, después del alto endeudamiento y los bajos ingresos que registró el país en 2020 y que dejarán huella por muchos años.
Sin duda, cualquier reforma tributaria que se plantee deberá estar enfocada en darle dinamismo al consumo y a la inversión privada y no en contraerlos. Claro, la inversión pública, como viejas experiencias lo han demostrado, resulta vital en procesos de recuperación económica, especialmente a través de la construcción de infraestructura pública, de allí la importancia de utilizar los recursos públicos en lo que es.
Ningún bien se le haría a la economía colocando tarifas de IVA a productos como la carne y leche, aunque se plantee una futura devolución de este impuesto a los estratos de bajo nivel de ingreso, y aunque se pueda realizar la solicitud de devolución de quienes intervienen en el proceso productivo. Al contrario, lo útil es que las personas puedan consumir más, para darle dinamismo a los eslabones de las cadenas de valor.
Además, y aprovechando que se habla de reformas tributarias, sería importante darle ventajas a una de las problemáticas adicionales que está pandemia evidenció, y es la deuda en educación rural.
De un lado la educación virtual podría combatir la ausencia de escuelas, infraestructura, y hasta de docentes, que típicamente han padecido nuestras poblaciones infantiles. De otro lado, si las políticas públicas promueven la conectividad universal y gratuita en nuestros campos, y nuestros niños acceden de forma económica a equipos de cómputo adecuados para consultar, investigar, practicar y conectarse con el mundo y con sus docentes; sin que se dejen del todo elementos de la presencialidad, avanzaríamos un montón en poner al día a doce millones de habitantes en la formación de capacidades y talentos.
Importante resulta entonces que pensemos de diferente manera, para promover el desarrollo en lo rural, a través de las políticas tributarias. Para eso deben servir las reformas, para promover y fomentar, no solo para apretar.
Solo recordemos que en el gobierno Santos se impusieron cuatro reformas tributarias mal diseñadas e improvisadas, por eso vinieron una tras de otra, y solo generaron desincentivo en la inversión y en la posibilidad de generar empresa.
Ahora el escenario es más complejo ante los estragos que dejó la COVID, por lo cual aplicar la misma fórmula no tendría sentido. De hecho, el campo colombiano y su sector agropecuario debería tener una estructura tributaria diferente, menos compleja, que promueva las inversiones hacia él. Importante que en este tema fiscal primen la creatividad y las nuevas ideas, sobre las viejas fórmulas que ya demostraron su fracaso.
@ojcubillosp