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columna

¿Pies de barro?

por: Miguel Gómez Martínez- 31 de Diciembre 1969

En su primer examen con el Congreso, el presidente Donald Trump dejo plumas en el suelo. Su inexperiencia política le está pasando una cuenta de cobro.

En su primer examen con el Congreso, el presidente Donald Trump dejo plumas en el suelo. Su inexperiencia política le está pasando una cuenta de cobro.   Verse forzado a retirar el proyecto que buscaba eliminar el Obamacare, el servicio de protección básica en salud, es un cachetada para el ego del nuevo mandatario. Y es grave por que al inicio de su mandato se ve obligado a aplazar una de sus principales promesas de campaña.

Los republicanos, que son mayoría en el Senado y la Cámara, no estaban dispuestos a aprobar un proyecto que traería graves consecuencias de imagen para el partido. Los votos no aparecían y tanto los moderados como los radicales no estaban contentos con la propuesta presidencial. Los moderados tenían reservas sobre el impacto social. Los radicales querían medidas más extremas para liberalizar el mercado de seguros y eliminar los subsidios. Trump no pudo conseguir la mayoría requerida y debió batirse en retirada antes de que el texto fuese llevado a aprobación en la Cámara y saliera derrotado.   La experiencia es un trago amargo para quien se hizo elegir denunciando la politiquería de Washington, las negociaciones entre los partidos y los acuerdos por debajo de la mesa que caracterizan la actividad legislativa en todas las democracias. Para los republicanos, que habían prometido que el desmonte del Obamacare era la primera medida encaminada a reequilibrar el debate ideológico luego de los 8 años de la presidencia demócrata, es un descalabro significativo.   La respuesta de Trump fue sorprendente. Afirmó que era el mejor escenario pues mostraría a los estadounidenses el carácter insostenible de los subsidios a la salud. Sostiene el presidente que el modelo actual es un fracaso y que en un futuro cercano los demócratas estarán suplicando que se haga una reforma al modelo que amenaza el colapso. A medida que los costos y los déficits se acumulen, el péndulo político se orientará a favor de la administración que podrá imponer un modelo más radical al que se presentó hace pocos días al Congreso.   A pesar de su aparente tranquilidad, la lección para el nuevo mandatario es importante. Una cosa es hacer campaña y otra muy diferente gobernar. El discurso populista que Trump utilizó desconoce las realidades de un sistema político donde la separación de poderes y el equilibrio de los mismos es verdadero. Los Estados Unidos, a diferencia de Colombia, son una democracia real donde las reglas del juego son complejas. Unas reglas y un juego que Donald Trump no domina todavía.   Kienyke, Bogotá, 28 de marzo de 2017