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columna

Nos cayó la roya

por: CONtexto ganadero- 31 de Diciembre 1969

La caficultura de Colombia está más allá de un punto de no retorno, está condenada a muerte como lo demuestran 4 cosechas consecutivas de alrededor de 8 millones de sacos, es decir solo el 50 % de los 16 millones que se producían a principios de la década de los años 90.

La producción del ultimo año cafetero que comprendió el periodo entre octubre 2011 y septiembre 2012 fue de tan solo 7.6 millones de sacos, esta ínfima producción y precios irrisorios se convierten en el puntillazo final para este importante gremio que en otro tiempo  le diera empuje y gran renombre al país con lo que fue reconocido a nivel mundial como el principal productor de café de alta calidad.

Es una pena aceptarlo pero la actividad cafetera se esta muriendo en los brazos de quien debería protegerla: La Federación Nacional de Cafeteros, este ente, llegó al punto absurdo donde los intereses de quienes la dirigen están por encima de los afiliados, además de esto la paz y el bienestar ya no transitan por los caminos del café como lo afirma la federación, ahora camina la miseria absoluta y el hambre de 3 millones de colombianos que conforman estas familias, lo más triste es que esta situación no solo afecta a 600.000 familias cafeteras que generan uno de cada 3 empleos rurales, sino también a las ya precarias economías de 600 municipios donde se cultiva el café.

Por otra parte el gobierno esta enfocando la mayor parte de su atención y esfuerzos en el sector petrolero, una parte en el minero, algo en el manufacturero y por último y de una forma desinteresada con una mirada casi ciega al agrícola. Este descuido con el sector rural y especialmente con la actividad cafetera convierte a los campesinos en caldo de cultivo para la delincuencia narco-terrorista que los vincula a sus actividades o los desplaza a centros urbanos donde incrementan los cinturones de miseria.

Son estas razones las que no permitirán que las regalías y utilidades de los pocos negocios que está ejecutando el gobierno alcancen a subsanar las enfermedades y atrasos mentales de millones de niños desnutridos, tampoco para apagar los clamores que despierta el hambre y el desempleo y mucho menos para cubrir los gastos militares con lo cual se incrementará la violencia y la inseguridad, llevando consigo a un retroceso al tiempo donde vivía con miedo y desesperanza.

Es por las mencionadas razones que estoy dedicando no solo el empeño en mis labores a través de proyectos y gestiones sino también todo mi ahínco para hacer un seguimiento arduo, constante e incansable a todas las necesidades y requerimientos de los caficultores tanto de Antioquia como de todos los departamentos cafeteros de Colombia, con la finalidad de lograr que este importante sector retome las riendas que guiaron durante tantos años esta hermosa nación.

Siempre seguiré “De Frente” con las causas nobles y justas que benefician no solo los intereses de unos cuantos sino a las familias enteras, grupo y sectores de la sociedad donde pareciera que el estado y sus instituciones les han echado al olvido.