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¡No son parásitos!

Por José Félix Lafaurie Rivera - 12 de Febrero 2016

En medio de los avatares de lo que representa enfrentar una entrevista, que a veces se convierte en una verdadera faena, hace unos días el ministro de Agricultura, quien también gusta de la fiesta brava, en su afán de construir frases y comparaciones ingeniosas terminó agraviando a un grupo humano -los empleados del Fondo Nacional del Ganado (FNG)- reconocido dentro de la institucionalidad agropecuaria por su idoneidad técnica y profesional.

Creo que el ministro se equivocó al calificar de parásitos a los 342 empleados del Fondo, o al permitir que los medios los traten como tales a partir de sus declaraciones, pues se trata de un grupo de personas que mucho le han servido a la ganadería colombiana durante los últimos 20 años. Me parece que es una grave imprecisión, cuando menos, afirmar públicamente que el presupuesto del FNG alcanza única y exclusivamente para pagar la nómina durante 2016, cuando el rubro que paga ese recurso humano representa solo el 18% de los ingresos totales.

El Fondo Nacional del Ganado no es una fábrica sino una entidad de servicios, cuyo principal capital y su mayor inversión, que no gasto, son las personas que los prestan. En consecuencia, no se puede presentar como escandalosa una cifra de “más de $20 mil millones”, sin contexto alguno y sin relación con sus funciones y sus logros. De hecho, el 80% de esa planta de personal está orientada directamente a la prestación de servicios al ganadero, y su gran mayoría se encuentra en todas las regiones de la Colombia rural donde está la ganadería. No es una burocracia de escritorio; es un grupo de trabajo permanente y esforzado.

Los logros de su trabajo son incuestionables. Durante 12 años compartí de cerca con ese grupo humano de excelencia y, la verdad, Fedegán lo siente suyo, pues al margen de consideraciones o condiciones jurídicas, la historia y los objetivos de Fedegán y el Fondo son indivisibles, como las caras de una misma moneda. La suficiencia técnica y profesional del personal del FNG, ha sido altamente valorada también por entidades como el SENA, el ICA, Corpoica, Finagro, el Ministerio mismo y muchas más a nivel nacional e internacional; y también la Contraloría General de la República, que en su última auditoría anual evaluó la gestión del FNG -y la gestión la hacen las personas- con una sobresaliente calificación que envidiarían muchas entidades públicas.

Un grupo financiero que logra 100/100 en la exigente calificación de la CGR no es precisamente una burocracia inútil. Tampoco el grupo técnico que organiza y ejecuta la más compleja campaña de vacunación del país, con más de 700 millones de dosis aplicadas -40 millones anualmente- ni el que ha capacitado a más de 40 mil ganaderos, directamente y en alianza con el SENA; o el que ha diseñado un sistema probado de asistencia a pequeños ganaderos, que en pocos años ha atendido a más de 27 mil de ellos. Sus Brigadas Tecnológicas han llegado a más de 67 mil ganaderos en los últimos 5 años, y el Programa de ayuda asistencial a los más desfavorecidos, entrega diariamente un vaso de leche o una porción de carne a más de 24 mil beneficiarios en 364 entidades en todo el país. “Por sus frutos los conoceréis”, dice la escritura, y ahí están sus incuestionables logros.

Son estratégicas las responsabilidades del ministro frente a un campo empobrecido por la carencia de política pública y la agresividad del cambio climático. No es momento para descalificaciones a quienes producen resultados. No son parásitos y, sin duda, el ministro les debe una disculpa.