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Motín a bordo

Por Edgar Polo - 25 de Septiembre 2013

Menudo problema enfrenta el presidente Santos por la insistencia en su reelección. Fundamentada en las conversaciones de paz en La Habana y soportada internamente en la llamada Unidad Nacional, lo que la hace aparentemente viable es la ausencia de contendor a la vista que aglutine el 87% del descontento nacional con el primer mandatario.

Menudo problema enfrenta el presidente Santos por la insistencia en su reelección. Fundamentada en las conversaciones de paz en La Habana y soportada internamente en la llamada Unidad Nacional, lo que la hace aparentemente viable es la ausencia de contendor a la vista que aglutine el 87% del descontento nacional con el primer mandatario.

El proceso de La Habana después de 14 sesiones, parece entrar en arenas movedizas lo que se desprende de las declaraciones de las partes. Mientras las Farc desconocen la Ley de Justicia y Paz, aparente marco jurídico para la reinserción de la guerrilla a la sociedad y la propuesta presidencial de Referendo, que hace curso en el Congreso para avalar mediante votación popular los posibles acuerdos, el Doctor Humberto De la Calle, jefe del equipo gubernamental demanda celeridad en el proceso al exigir a la guerrilla las definiciones necesarias para que el proceso llegue  a feliz término ya. (Lea: Santos habla de reelección, pero encuesta anticipa que se 'quemaría')

Uno y otros tienen urgencias distintas, la guerrilla continuar en su mar de indefiniciones mientras asfixia en tiempo a Santos quién en 60 días debe anunciar su candidatura a reelección con un país descuadernado en lo económico y social, y sin el tan anhelado banderín de la paz. De la Calle da señales de fatiga ante un proceso que no avanza y que tiende a quemarlo en su función de negociador. La semana anterior circularon runrunes sobre su posible renuncia lo que debilitaría fatalmente el proceso de conversaciones y para Santos una estocada a su aspiración de continuar.

La megalomanía es mala consejera, no obstante el fracaso al frente del gobierno y a que su nivel de aceptación es mínimo debido al cambio de programa político para su elección y que sus nuevos planes le resultaron adversos debido a que ignoró que la danza con el diablo es peligrosa, inicia campaña con el relanzamiento de la Fundación Buen Gobierno de la que puso al frente a Germán Vargas: el anunciado plan B. (Columna: El “sueño de la paz” de Santos es la pesadilla de los colombianos)

El mismo día de la inauguración los jefes de los partidos políticos que hacen parte de la Unidad Nacional protagonizaron Motín a Bordo, al desconocer la jefatura del debate a Vargas Lleras porque ven en él una amenaza debido a que, por sus antecedentes no es de confiar. Sin embargo aparentemente siguen ahí, pegados al tazón de mermelada y en espera de que se ponga en práctica la Ley de Garantías, para asegurar la cuota de clientela. 

En el entretanto el Centro Democrático con el Doctor Álvaro Uribe Vélez presentó su lista única de aspirantes al Senado de la República con una baraja de aspirantes que, excepción del suscrito, es altamente calificada y con disposición de recuperar la política de verdad, la de letras mayúsculas que busca rediseñar el Estado para retornar a la sociedad a la senda del crecimiento económico, de la equidad social, de la seguridad y el desarrollo. (Lea: Uribe lanzó 89 críticas contra gobernabilidad de Santos)

La política, deporte nacional por excelencia esta agitada, el Partido Liberal aspira a levantar de su convalecencia con Horacio Serpa, los de la U con Roy Barreras atravesado no saben qué hacer y los conservadores, otrora opción de poder hace agua lastimosamente mientras Cambio Radical trata de reencaucharse con el hijo de Galán. ¿Será que Vargas Lleras resiste la tentación?

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