Cuando se visitan fincas productoras de carne o leche en los países más competitivos del mundo, surge de inmediato una diferencia que explica en buena parte las brechas entre ellos y nosotros: la uniformidad en los modelos de producción. En cualquiera de esos países se pueden recorrer cientos de kilómetros y en todas las fincas se ven los mismos pastos, los mismos establos, las mismas razas, los mismos tipos de silo, etc…; en resumen, el mismo modelo de producción. En Colombia, con solo caminar un par de kilómetros se evidencia que si una finca usa un pasto, el vecino usa otro; el uno suplementa y el otro no; el uno mecaniza los potreros y los demás no; tenemos la mayoría de las razas que hay en el mundo y estamos pendientes de importar las que faltan. Para algunos la anterior situación es positiva porque refleja la gran diversidad de nuestro país, pero detrás de ella se esconde en buena parte el divorcio entre la academia y el sector productivo. En este escenario, cada ganadero ha tenido que buscar sus propias soluciones, a pesar de que los problemas son los mismos de sus vecinos. Nos falta transitar el camino que recorrieron Nueva Zelanda, Brasil, Estados Unidos y otras potencias ganaderas, donde los productores de la mano con el gobierno y la academia y tomando como base la oferta ambiental de cada región, diseñaron los modelos de producción más eficientes y rentables. Nuestros ganaderos necesitan que les recomendemos el paquete completo de pastos o arreglos silvopastoriles, forma de pastoreo, biotipo animal, construcciones, plan sanitario, manejo reproductivo, ordenamiento predial y procesos de producción, que les permita poner en el mercado carne y leche a precios competitivos, usando racionalmente los recursos naturales y prestando servicios ambientales a su comunidad. Si en una zona, a cambio de un modelo por cada ganadero tenemos sólo 3 o 4, podremos generar economías de escala y realizar investigación para mejorarlos continuamente. No se trata de pedirle a un grupo de investigadores, que en 3 años nos entreguen el modelo de producción que consideran es el recomendado para una ecorregión, diseñado desde un laboratorio. Hay que realizar la labor a partir de las fincas que hoy ya tienen un nivel importante de empresarización y productividad, para estudiar sus modelos y analizar con una visión integral, las mejoras que requieran para hacerlos más sostenibles, rentables y productivos. Fedegán, cuando administraba el Fondo Nacional del Ganado inició una investigación de esta naturaleza en la zona lechera de Ubaté y Chiquinquirá, trabajando con productores de todos los tamaños y reuniendo un excepcional grupo de más de 20 investigadores de distintas disciplinas, que incluyó 12 doctorados. Desafortunadamente, la liquidación del FNG privó a los ganaderos de esa zona de contar hoy con sus propios modelos de producción y al país de disponer de una metodología probada que permita realizar el mismo proceso en otras regiones del país. Identificar nuestros propios modelos de producción sigue siendo una tarea pendiente y continuaremos buscando la oportunidad para ponerla en marcha. Carlos Osorio M.V. [email protected]
Modelos propios de producción ganadera, una tarea pendiente
Por Carlos Germán Osorio Neira - 06 de Marzo 2018
Contar con modelos propios de producción es una necesidad de la ganadería colombiana, sin ellos no lograremos avanzar hacia la competitividad.