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Se inició en 2010, mediante la firma del acuerdo de donación con el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, por sus siglas en inglés), por la suma de siete millones de dólares. En 2014 se concretó una donación adicional del Gobierno Británico, por 15 millones de libras. En los dos casos el Banco Mundial asumió la administración financiera de los recursos y apoyó técnicamente la implementación del proyecto.
La operación se realizó a través de una alianza liderada por Fedegán e integrada además por CIPAV, The Nature Conservancy (TNC) y el Fondo Acción, con el apoyo de los ministerios de Agricultura y de Medio Ambiente.
Siguiendo los criterios concertados con el GEF, se definió una cobertura de 87 municipios de 12 departamentos, distribuidos en cinco (5) regiones, que a su vez son representativos de la mayoría de ecosistemas ganaderos del país.
El proyecto promovió la adopción de sistemas silvopastoriles (SSP), con el fin de mejorar la gestión de los recursos naturales, incrementar la prestación de servicios ambientales y elevar la productividad de las fincas participantes. Para ello ofreció a los beneficiarios capacitación, apoyo de extensionistas expertos, pago por servicios ambientales (biodiversidad y captura de carbono) y suministro de material vegetal.
Los resultados son contundentes. Se logró el establecimiento de 38.390 has de SSP (intensivos y no intensivos), además de la conservación de 18.000 has de bosques al interior de las 4.100 fincas beneficiadas.
Con una visión integral, el proyecto consiguió la adopción de tecnologías complementarias como la gestión de pasturas, protección de cuencas, elaboración y uso de compost y conservación de forrajes, entre otras, con lo cual, el beneficio se extendió al total de las 160.000 has de los predios vinculados.
La evaluación de resultados mostró que la producción de leche en las fincas beneficiarias respecto a las testigo (sin SSP), aumentó en promedio un 36,2 % y la calidad en un 3 %; el rendimiento de forraje y la carga animal se incrementaron en un 28 % y 23 % en promedio, respectivamente; se lograron ingresos por un monto de US$ 576/ha/año, lo cual significó para muchas de las familias, salir de la pobreza.
Fue claro el efecto sobre la biodiversidad, con incrementos en el número de especies de aves y escarabajos estercoleros. También mejoraron la calidad física, la retención de agua y la aireación del suelo, la calidad del agua y disminuyó la erosión. Uno de los efectos más importantes fue la captura de carbono, que alcanzó un total de 1.565.026 toneladas de CO2 equivalente.
Para ampliar el número de beneficiarios, se pusieron en marcha 45 fincas demostrativas que fueron intervenidas de manera integral con recursos del proyecto, contribuyendo a alcanzar la cifra de 24.416 ganaderos, técnicos y profesionales sensibilizados. Adicionalmente, a través de cursos especializados se capacitaron 691 profesionales y técnicos, que podrán en el futuro asesorar a los productores que deseen implementar SSP.
Gracias a lo anterior y a que logró permear la consciencia de todos los actores en un momento crítico para la producción de carne y leche a nivel mundial, el proyecto se volvió un referente nacional e internacional, contribuyendo a la constitución y fortalecimiento de la Mesa Nacional de Ganadería Sostenible e inspirando al Gobierno Nacional a fijar una meta de 100.000 has de SSP establecidas para 2022.
Si bien los resultados son muy importantes, no son suficientes para generar un cambio significativo en el sector, por lo cual es fundamental dar continuidad a estos esfuerzos, aplicando una visión de paisaje y de cluster, involucrando además a la institucionalidad de cada zona, para que podamos al fin evidenciar la transformación productiva, social y ambiental de los territorios ganaderos.