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Las franquicias de las Farc

Por María Fernanda Cabal - 23 de Mayo 2017

Las Farc siempre ambicionaron recuperar el poder territorial que perdieron militarmente durante el gobierno Uribe. Crear un estado paralelo o “paraestado”, hacer simetría con las fuerzas armadas legítimas y dominar las zonas neurálgicas para el favorecimiento de sus negocios, estaba dentro de sus planes estratégicos, cuyo desarrollo se aceleró con el show de la paz.

Dibujar una realidad inexistente, como una de todas sus formas de lucha, parece ser la misión de las ONG que sostienen la falsa versión de que operaban en más de 240 municipios con un sistema paralelo de justicia y seguridad, déspota e ilegal, pero efectivo. Hay que hacerle creer al país que hay un vacío de poder, creando la idea de que lo ostentaban cuando empezaron las negociaciones en La Habana.

Igualmente falsa es la existencia de grupos paramilitares que los persiguen. Hay que invertir la realidad para convertirse en víctimas y tener un discurso mediático que satanice a la oposición.                       Replegados, arrinconados militarmente, con sus corredores estratégicos interrumpidos y sus líneas de comunicación cortadas, gracias a la efectiva presencia del ejército en todo el país, iniciaron un proceso de paz que favoreció sus intereses territoriales.   Las disidencias, que no son otra cosa que el brazo armado, en plena coordinación con el secretariado y el evidente compadrazgo con el ELN, dan cuenta de un plan estratégicamente diseñado. Se han hecho a los territorios que ambicionaron para delinquir a sus anchas, con pleno aval del gobierno nacional. Todas las formas de lucha siguen vigentes, la bandera blanca es una farsa y el instrumento para su éxito está increíblemente en la Casa de Nariño.   En este panorama siniestro, pareciera ingenuo que Juan Manuel Santos patrocinara una “cumbre” de las dos organizaciones terroristas en La Habana. Sin embargo, todas las absurdas y aberrantes concesiones, solo apuntan a una complicidad abyecta que tiene perplejo a todo el país.                           Ahora las milicias que no se concentraron ejercen control territorial con sus aliados narcotraficantes y el ELN.                            En Colombia no se pactó la paz. Se franquició el territorio, se concesionó el delito y se heredaron las armas.   ¿Y Juan Manuel Santos? Bien, gracias. Mintiendo en Estados Unidos mientras recibe lo único que le interesa: la plata para un conflicto que nunca terminó.