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Las Farc y sus víctimas mujeres

Por Eduardo Mackenzie - 25 de Octubre 2013

Hace unos días, una guerrillera y “negociadora” de las Farc en La Habana anunció la creación de un portal web para “retratar” la vida de ellas “como rebeldes” y para “acabar con el mito que (sic) las mujeres del grupo son víctimas de sus compañeros hombres”.

Hace unos días, una guerrillera y “negociadora” de las Farc en La Habana anunció la creación de un portal web para “retratar” la vida de ellas “como rebeldes” y para “acabar con el mito que (sic) las mujeres del grupo son víctimas de sus compañeros hombres”.  Una página web de Bogotá dio esa noticia en siete líneas y sin comentarios y desde entonces muy pocos retomaron ese tema. Sin embargo, ese asunto invita a una reflexión pues el sapo que esa guerrillera le pide tragar a todos es enorme y muy feo. 

¿Que las guerrilleras no son víctimas de sus compañeros? ¿Que el sufrimiento de las mujeres enroladas en las Farc, a la fuerza o por convicción, es un mito?  ¿Qué lo que cuentan las exguerrilleras desmovilizadas es pura mentira? Si eso fuera así, ya se sabría. Y muchas mujeres descarriadas se irían,  sin pensarlo dos veces, a vivir en el espléndido mundo de los cambuches y trincheras de las Farc.

Pero eso no es así. Las Farc tienen dificultades para reclutar en general y para reclutar mujeres, en particular. Las Farc reclutan mediante la mentira y la violencia, sobre todo a las personas más frágiles, y a niños y jóvenes que tuvieron la desgracia de cruzar un día el camino de esos matones. Y, así, la verdad de la condición femenina dentro de las Farc sale a flote, una y otra vez. Cuando una guerrillera huye, o se entrega a la fuerza pública, cuenta espontánea y escrupulosamente los incidentes más tristes de esa experiencia. Los exsecuestrados también han sido testigos de lo que le ocurre a las mujeres dentro de las Farc, ya sea como combatientes y/o como rehenes.

Los jefes de las Farc, quieren montar ahora una página web para que muchachas ingenuas o mal  informadas caigan en sus trampas. Las mujeres que fueron víctimas de las Farc, como rehenes o como guerrilleras, deberían tomar, de nuevo, la palabra. Es un deber moral hacerlo. ¿Que están esperando, por ejemplo, Clara Rojas e Ingrid Betancourt para luchar contra esa nueva impostura? (Lea: Las incoherencias del Gobierno)

La minoría que cree todavía que las Farc respeta a sus mujeres deberían ver lo que declaran y escriben las guerrilleras que escaparon a ese infierno. Escuchen, por ejemplo, el testimonio de Brenda, reclutada a los 13 años y quien escapó en octubre de 2012. Aguerrida guerrillera, ella sufrió sin embargo golpizas por estar embarazada. Sus tres niños  eran considerados un estorbo y estuvieron a punto de ser abatidos por la guerrilla.

El cuarto hijo de ella fue asesinado por orden de su jefe. Una periodista que recogió el testimonio  contó que Brenda “al ser descubierta en medio [del parto] fue golpeada y llevada a la fuerza a un campamento donde la anestesiaron con una sustancia que se utiliza para sedar a las bestias”. Lo que sigue es pavoroso: “Sin perder el conocimiento, observó cómo, luego de abrirle las piernas, un guerrillero le insertaba unas tenazas y le desmembraba a su bebé. Meses después, cuando [Brenda] supo que estaba esperando a otro niño, David, tomó la decisión de escapar”. (Columna: Gobernando con agendas trastocadas)

Podrían escuchar también a Zenaida Rueda Calderón,  guerrillera que se fugó en 2009 con un secuestrado que hacía dos años estaba en poder de las Farc. Ella había sido reclutada cuando tenía 18 años y terminó siendo miembro de la seguridad de Jojoy. Ella vio y vivió el infierno de los secuestrados y de los guerrilleros castigados, enfermos o heridos, sobre todo de las mujeres guerrilleras. Ella fue víctima de los tratos crueles de sus jefes. Ella narró, entre otras historias horribles,  la muerte lenta y atroz de una de sus compañeras que padecía de sífilis y que nunca fue tratada pues el “comandante” de su unidad decía que era “mañosa” y que se “hacía la enferma para no trabajar”.

Esa guerrillera murió peor que un perro: “inflamada y llena de moretones en casi todo el cuerpo, como si la hubieran golpeado”.  “Al novio ya lo habían matado. Lo acusaron de infiltrado. A ella la habían dejado viva para hacerle inteligencia y averiguar si era infiltrada y de quien. Decían que los habían mandado con esa enfermedad para que contagiaran a otros guerrilleros”. La disciplina y la vida cotidiana de las Farc se resume a esto: temor,  traición y muerte. El sufrimiento y el miedo son constantes.  

Esa es la vivencia real de los guerrilleros, donde las mujeres llevan la peor parte. Es lo que los jefes narco-terroristas  en La Habana, que dialogan con Santos, quieren borrar con una página web cargada de mentiras.

A las Farc no les interesa contrarrestar únicamente los testimonios cada vez más numerosos de sus víctimas. Quieren ir más lejos: con su técnica de repetir y disfrazar las mismas mentiras y de cambiar el sentido de las palabras, quieren que los colombianos pierdan el sentido moral que les queda. Que no puedan distinguir  entre el bien y el mal, entre la piedad y la crueldad, entre la libertad y la esclavitud. (Lea: Gobierno colombiano: diálogos con Farc están en "momento crítico")

Es una vieja  receta bolchevique: quien logra jugar con la realidad y con las palabras, para que el mal aparezca como bien, puede controlar el mundo. Pues el mundo, para ellos, está dentro del cráneo de la gente y no afuera.  

El comunismo rechaza y difama todos los principios de la democracia pero simula actuar en nombre de la democracia. George Orwell estudió ese asunto y descubrió algo que llamó el “pensamiento doble”. Este consiste en “el poder de introducir simultáneamente en la mente humana dos creencias contradictorias para que ambas sean aceptables”.Con ese método, el comunista y el fascista logran borrar en el otro una verdad para que la repudie como una mentira, y viceversa. (Lea: Farc descartan acelerar negociaciones de paz)

Cuando una guerrillera asegura que su vida es satisfactoria, que sus jefes y compañeros son humanitarios, que la sexualidad en los frentes no es un calvario, que tener hijos en las Farc es una bendición, que servir de esclava sexual de un jefe fariano es encomiable, que abortar  brutalmente es indoloro, que clavarle un bisturí  al hijo recién nacido de una compañera es gratificante, que fusilar a sus compañeros por el robo de una panela es banal,  que degollar a un rehén porque no puede marchar más rápido es fácil,  que matar es luchar por la paz, ella está tratando, como  decía Jean-Paul Sartre, de “deslizar el mundo al seno de la nada”, para abolir el espíritu crítico y el sentido moral del pueblo.¿Cómo se defenderá Colombia de esa nueva ofensiva? ¿Con la pasividad y el silencio?