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columna

Las Farc han sido varias veces derrotadas

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969

Quien dice que es imposible o “utópico” derrotar a las Farc se comporta como alguien que miente sin vergüenza a los colombianos, o como un simple de espíritu que ignora lo que está ocurriendo y ha ocurrido en su propio país.

Quien dice que es imposible o “utópico” derrotar a las Farc se comporta como alguien que miente sin vergüenza a los colombianos, o como un simple de espíritu que ignora lo que está ocurriendo y ha ocurrido en su propio país.

Las guerrillas comunistas que ha tenido que padecer Colombia desde hace más de 50 años fueron derrotadas varias veces por las fuerzas del orden. Los dispositivos más tenebrosos montados por la subversión para esclavizar a Colombia fueron destrozados en ciertas fechas por las Fuerzas Militares, tras ingentes sacrificios. Algunos de esos aparatos sangrientos, como el M-19, el EPL, el grupo Quintín Lame, nunca pudieron reponerse de esas derrotas, tanto militares como políticas, y han sido incapaces, hasta hoy, de seguir matando colombianos.

Las Farc tratan de hacernos creer que son invencibles. Sin embargo, lo que ocurre hoy mismo, en el terreno militar, muestra que ellas tienen pies de barro y que están al borde del colapso. La fatiga y la desmoralización de sus combatientes es evidente, pero sus jefes, apoltronados en Venezuela y Cuba, quieren usarlos hasta el último hombre y la última mujer y el ultimo niño pues alguien les dice que aunque pierdan la guerra física, la ganarán en la esfera política mediante una mesa de negociación tramposa que les abrirá, en La Habana, las puertas del poder. (Columna: ¿Idiotas útiles o intencionales?)

Esa es la situación de hoy. En cuanto al pasado los hechos están ahí para ser examinados. El artículo que sigue (1), del investigador social Carlos Alberto Romero Sánchez, describe la primera gran derrota que tuvieron las Farc, en Marquetalia. Romero muestra lo que siempre la propaganda ha querido ocultar. El enorme dispositivo bélico que el PCC había montado con sangrientas bandas errantes que éste  (y sus sociólogos adoctrinados) siempre mostraron como “bandoleros” sin norte político, fue desmantelado definitivamente. Lo que emergió después, bajo la sigla Farc, fueron los restos de esa derrota.

Aunque varias veces vencidas, las Farc y el Eln levantaron cabeza una y otra vez durante la Guerra Fría. Pues no eran un proyecto colombiano, sino algo externo y ajeno a Colombia. Gracias a la labor de zapa, infiltración y presión constante de las dictaduras de Cuba y la URSS, esas fracciones subversivas pudieron reconstruir sus redes de apoyo logístico, político y diplomático. Al caracterizar mal esa amenaza, varios gobiernos cometieron enormes errores.  Hasta hubo jefes políticos --los unos por miopía, los otros por ínfulas  progresistas--, que colaboraron con ese proyecto.

La democracia es, por un tiempo, débil e imperfecta ante sus enemigos más tenaces. La colombiana no es una excepción. Pues el terror es como el alcohol: a veces comienza con una fiesta “pero termina siempre en delirios”, según el conocido aforismo. Ello explica ese balance contradictorio, esos éxitos y esos reveces transitorios ante las bandas totalitarias.

Esas formaciones no son imbatibles. Sus jefes más protegidos perdieron la vida en combates muchas veces desesperados. Otros fueron a dar a la cárcel o a los refugios que encontraron en la URSS, en Cuba, en Venezuela y Ecuador. Durante los dos periodos del presidente Álvaro Uribe (2002-2010), el país vio que las Farc, sin diálogo político y sometidas a la acción decidida del Estado, son vulnerables.

Al momento de escribir esta nota, un examigo de las Farc, un exjefe de la banda terrorista IRA, Martin McGuinness, convertido desde 2007 en  vice primer ministro de Irlanda del Norte, va a Bogotá con un claro mensaje para Timochenko: decrete un cese al fuego unilateral. Unilateral, le dice, no bilateral, pues no le ve otra salida a las Farc.  Es el mensaje para un movimiento terrorista agotado. McGuinness ve que las Farc sobreviven solo por el oxígeno que recibieron de unas obscuras “negociaciones de paz” que se convirtieron en un premio por sus asesinatos, pero que levanta, en revancha, una ola de cólera inmensa en la población colombiana. (Columna: La falsa “irracionalidad” de las Farc)

Lo que McGuinness no dice es que él firmó la paz e ingresó a título simbólico al gobierno de Irlanda del Norte y no para desmantelar la democracia en Gran Bretaña. Las Farc, en cambio, estiman que son más astutas que McGuinness, y que podrán firmar con el presidente Santos un remedo “de paz” para aterrizar en el poder y desmantelar la democracia, como les exigen sus patronos de Caracas y La Habana.

(1) El Plan Lazo o de una derrota militar del PCC-Farc