Si nos atenemos a la tradición de las cabañuelas, que supuestamente sirven para pronosticar el estado del tiempo durante el año calendario con base en el comportamiento de los primeros días de enero, aplicadas esta vez al mercado petrolero, este será un año en el que los precios del crudo se mantendrán igual de deprimidos a como comenzaron este año 2016. En efecto, en los primeros días transcurridos los precios del petróleo siguen sin encontrar su piso y siguen en picada, situándose por debajo de la barrera sicológica de los USD$35 el barril, por primera vez desde 2004. Tanto el precio del crudo de la referencia WTI, como el de la referencia Brent, que después de mucho tiempo ahora se igualó al WTI, han acumulado una caída superior al 10 % en lo corrido del año y al 65 % desde que empezó la descolgada a mediados de 2014. Son varios los factores determinantes de este comportamiento de los precios del crudo, siendo el más preponderante de ellos la sobreoferta del mismo, que ha venido gravitando sobre el mismo desde el año anterior. El gran detonador de la destorcida de los precios del petróleo fue la revolución de los esquistos en los EE.UU., la cual le ha permitido elevar sus reservas en un solo año en 3.400 millones de barriles para completar los 39 mil 900 millones, según el último reporte de la Agencia de la Energía estadounidense. Ello sitúa a los EE.UU. entre los Top 10 países con las mayores reservas petroleras en el mundo. La producción de petróleo de esquistos en los EE.UU. ha aumentado sensiblemente, pasando de los 400 mil barriles/día en 2007 a los 4.5 millones de barriles/día en 2015, 11veces más (¡!). Se pensó y se especuló que con la caída de los precios del crudo dicha producción declinaría, dado que el crudo proveniente de los yacimientos no convencionales, por ser más costosa su extracción, no podrían competir con los de los yacimientos convencionales y por ello saldrían rápidamente del mercado. Ello no ha ocurrido y entre 2008 y 2015 la producción total pasó de 5 millones de barriles/día a 9.4 millones, para un incremento en sólo 7 años del 80% (¡!). Y la explicación de ello estriba en el hecho que las técnicas del fracking han mejorado su eficiencia y reducido los costos de la extracción de crudo de los yacimientos no convencionales. La productividad del fracking aumentó más del 30 % entre 2007 y 2014 y ello se debe en gran medida al hecho de que a diferencia de la explotación de los yacimientos convencionales, que tienen costos fijos elevados y costos variables relativamente bajos, en los yacimientos no convencionales una alta proporción de los costos de extracción son variables, al tiempo que la inversión es rápida y tienen un rápido retorno. De allí que sus productores pueden resistir precios hasta los USD$35 el barril. Los stocks de crudo en los EE.UU. se mantienen al tope y los inventarios superan los 482 millones de barriles, al punto que el presidente Barack Obama no pudo resistir más la presión ejercida por los productores para que se les permitiera exportar sus excedentes de crudo, dado que la prohibición vigente desde 1975 se lo impedía y ello se convertía en un freno a la producción. Después de 40 años, cuando en respuesta al embargo petrolero que le decretaron los países árabes productores de petróleo el Congreso de los EEUU prohibió la exportación de crudo producido en su territorio, zarpó el primer buque tanquero de ConocoPhilips y NuStar Energy con destino a una refinería suiza. Ello gracias a la decisión tomada recientemente por el presidente Obama de levantar la veda. Pero la sobreoferta, que se calcula estaría rondando los 2 millones de barriles/día, no solo es atribuible a los EE.UU., también obedece a la estrategia que se ha impuesto en la OPEP, liderada por Arabia Saudita, de privilegiar el control sobre sus nichos de mercado sobre los precios, lo cual ha impedido que se acuerden recortes en la producción, como lo ha pretendido Venezuela, para intentar frenar la caída de los precios. De manera que no solo no se ha disminuido la producción por parte de los países miembros de la OPEP, sino que a la mayor producción de los no OPEP, que aumentan desesperadamente su producción y exportación para tratar de compensar la caída de precios, la propia OPEP ha aumentado el bombeo de crudos. A ello se viene a sumar la inminencia de la entrada al mercado del crudo de Irán, siendo este el cuarto país con las mayores reservas de crudo del mundo y que, merced al Acuerdo Nuclear alcanzado con Occidente, este jueves anunció el presidente Obama el levantamiento de las sanciones impuestas y con ello Irán podrá exportar más de 500 mil barriles/día aumentando la presión a la baja de los precios. Y de contera, después de la desavenencia y la tensión entre Arabia Saudita e Irán que las llevó a la ruptura de relaciones, como lo afirma el analista de Commerzbank Carsten Fritsch “no existen posibilidades de que Arabia Saudita reduzca la oferta de su crudo para hacer espacio para el petróleo iraní”[1]. Ahora bien, si por el lado de la oferta llueve por el lado de la demanda no escampa, dado que desde tiempo atrás la demanda ha estado a la zaga de la oferta, sobre todo afectada por la ralentización del crecimiento de la economía global, sobre todo por la desaceleración del crecimiento de las economías de la China y la India, consideradas hasta hace muy poco como las “aspiradoras” de materias primas. Según el más reciente pronóstico del Banco Mundial el PIB, al revisar a la baja su proyección de junio pasado, aseguró que no crecerá más del 2.9 % en 2016. Y China, después de 3 décadas con crecimiento de su economía de dos dígitos, el año pasado creció “solo” 6.9 %, por debajo de la meta oficial y para este año el Banco Mundial tiene una previsión del 6.7 %. Y, claro, a menor crecimiento de la economía menos demanda por materias primas y, en consecuencia, la presión sobre los precios ahora es hacia la baja. El impacto no es mayor porque como la economía china, que ahora es la segunda más poderosa del mundo después de EE.UU., es mucho más grande hoy que enantes y por lo tanto aún con un crecimiento tan “modesto” como el 6 % contribuye más a la economía mundial que cuando crecía por encima del 10 %. Así las cosas, no se necesita ser un experto para prever que la tendencia hacia la baja de los precios se va a mantener por largo tiempo, en la medida que cada vez se aleja más el día en que tengamos un reequilibrio de la oferta y la demanda de crudo. Como lo apunta Damien Courvalin, de Golman Sachs, “los inventarios siguen llenándose”[2] y por ello los analistas de Moody´s sostienen que “el desequilibrio se prolongará más allá de 2016”[3]. De allí que, como lo sostiene Bob Yawger, de la firma Mizuho Securities, “razonablemente no hay esperanzas de que aumente pronto” el precio. De allí que, según lo registró el diario El País de España, “las 6 últimas casas de análisis que han hecho predicciones sobre el Brent, el barril de referencia en Europa, sitúan el rango de precios para 2016 entre los US $41 del banco australiano Westpac y los US $60 de Barclays”[4]. Como corolario, tenemos que concluir que los países productores y exportadores de petróleo como Colombia, se tendrán que apretar el cinturón y aprestarse para sortear este largo ciclo de bajos precios del crudo.
[1] www.inteligenciapetrolera.com.co. Enero, 5 de 2016
[2] El País. Madrid, diciembre, 19 de 2015
[3] Idem
[4] Idem