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¿La Unión Soviética Latinoamericana?

Por Ariel Peña González - 01 de Marzo 2023

Gustavo Petro quiere copiar las fórmulas de Chávez de comienzos de su gobierno en Venezuela, con algunas de las reformas presentadas por el ejecutivo al Congreso de la República. No sería raro que el mandatario colombiano intente emular también a Chávez en materia de “integración latinoamericana”, impulsando el malogrado proyecto sobre la construcción de una “Unión Soviética Latinoamérica”

Hugo Chávez (1954-2013), siendo presidente de Venezuela, no podía admitir la disolución de la URSS ocurrida en 1991, a pesar de que ya habían pasado algunos años, y por eso añoraba al gigante imperio comunista que se enfrentó al “imperialismo yanqui” durante la guerra fría; de modo que Chávez pretendió crear en Latinoamérica una réplica de la Unión Soviética en los países de la región, al precio que fuera, contando para ello con el Foro de Sao Paulo que se ha comportado como la internacional comunista, que busca someter a nuestras naciones a unos dogmas que mírense por dónde se les mire, son un fracaso absoluto para los pueblos, en donde el envilecimiento de las masas es su principal objetivo para volverlas más dúctiles, usando la represión, el adocenamiento y la enajenación.

Así como en Colombia el presidente Gustavo Petro quiere copiar las fórmulas de Chávez de comienzos de su gobierno en Venezuela, con algunas de las reformas presentadas por el ejecutivo en estos días al Congreso de la República, no sería raro que el mandatario colombiano intente emular también a Chávez en materia de “integración latinoamericana”, impulsando el malogrado proyecto sobre la construcción de una “Unión Soviética Latinoamérica”, y para ello tendría el respaldo de gobiernos con afinidad ideológica y por supuesto con el fervoroso apoyo del régimen de Nicolás Maduro con el que Petro, hace buenas migas; o sea que los comunistas por el resentimiento, la obstinación y la nostalgia: ni aprenden, ni olvidan; queriendo reeditar caminos que fueron bastante transitados con un rotundo fracaso.

Pensar en una integración latinoamericana con gobiernos como el de Cuba, Venezuela con Nicolás Maduro, Luis Arce en Bolivia, apuntalado por Evo Morales, Argentina con Alberto Fernández y Daniel Ortega en Nicaragua, además de Lula da Silva en Brasil y López Obrador en México, eso sería una verdadera insensatez.

Esto lo decimos por las fijaciones doctrinarias de esos gobiernos; asimismo no hay que ignorar que por el Covid-19 o peste china y la guerra en Ucrania, se siguen presentando graves consecuencias para la región, teniendo profundas incidencias desde lo sanitario, lo económico, lo político y lo social. Por eso, hacer alianzas con los regímenes antes mencionados no ayuda en nada, en cambio aumenta la incertidumbre para nuestros pueblos, puesto que el marxismo leninismo en todas sus presentaciones es una maldición para las naciones, visto que sus fundamentos son la dictadura, la demagogia, la miseria y la violencia, como condiciones necesarias para dominar.

Hugo Chávez estimulado por el sátrapa de Fidel Castro, quería montar la “Unión Soviética de Latinoamérica”, no propiamente para el progreso de las naciones de esta parte del mundo, sino para evocar esa gigantesca dictadura totalitaria y fracasada, porque los alucinados que siguen a la estafa del marxismo leninismo, han creído que el engendro del comunismo totalitario es “todopoderoso”, debido a que siguen insistiendo en los fetiches del materialismo histórico y la inevitabilidad, advirtiendo que la doctrina absolutista de Karl Marx es indudablemente supersticiosa, inhumana y antihistorica.

Los regímenes del socialismo del siglo XXI o comunismo disfrazado, a los cuales hemos hecho mención, como dice el adagio “no tienen ni arte ni parte”, en una autentica integración latinoamericana, porque sabemos hasta la saciedad que por ser el comunismo estatista, burocrático y embrutecedor su única preocupación es montar camarillas o nomenclaturas, para parasitar a perpetuidad con la cosa pública, aplastando la libertad y la democracia.

Bastante gracioso ver a los seguidores de la llamada izquierda especialmente la marxista, desgañitarse en contra del imperialismo, como excusa para ocultar el fracaso de los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, pero si en el gobierno de Donald Trump se hubieran cerrado las importaciones que llegan de los países del sur, como amenazó en varias ocasiones cuando era presidente Trump, la mamerteria no hubiera tenido respuesta, creyendo todavía que a base de discursos demagógicos y miserabilistas iban a enfrentar lo que se les venía pierna arriba a las naciones de esta parte del mundo.

A la nomenclatura zángana del partido comunista cubano no se le puede olvidar que ha recibido durante 60 años más de 300 mil millones de dólares que le regalaron la URSS y Venezuela; y ahora al gobierno de Gustavo Petro, de pronto le toca el turno de subsidiar a la isla. Además el caso venezolano es más patético, porque durante varios años de chavismo se ha cometió un descomunal latrocinio con los recursos de la venta de petróleo, cuantía que ningún país de la región ha recibido; siendo absoluta la miseria de la población en la patria de Bolívar, sin embargo el dictador de Nicolás Maduro se exculpa con el cuento de la “guerra económico y el bloqueo”; así que con esa presentación a los regímenes del socialismo del siglo XXI, hay que marginarlos de una integración seria.

En su burocratismo marxista Hugo Chávez, creía que la unión de Latinoamérica se hacía mediante aparatos, por eso creó el ALBA (Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América), la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños), PETROCARIBE y el Banco del Sur del cual nunca se le conoció su desarrollo y sus iniciativas, también ayudó a formar otro aparato conocido como UNASUR (Unión de Naciones Sudamericanas). Con todos esos embelecos lo que buscaba el difunto presidente era empoderar las ideas nefandas del socialismo del siglo XXI, ignorando la genuina unificación.

Un mercado común latinoamericano, empujado por países con gobiernos acendrados, podría ser la solución, porque una realidad nos trae otra realidad, a la que se debe enfrentar con inteligencia y valor, dado que frente a la censura migratoria que se ha visto con toda rigurosidad en los últimos años en EE.UU y el mercado con Norteamérica, la unidad con naciones de gobierno responsables es la salida frente a las consecuencias de la crisis de la pandemia que nos regaló el partido comunista chino y la guerra en Ucrania que comenzó Vladímir Putin, y para llegar a la integración de todos los países, algunos de ellos se deben liberar de la deformidad del marxismo leninismo.