Los tramposos y delincuentes suelen establecer un extremo absurdo y artificial para anclar la negociación en una situación en la que, esgrimiendo un supuesto ánimo conciliador, arrastran al oponente a aceptar el “punto medio”, que no deja de ser absurdo e indigno. ¿Si un atracador te amenaza con darte 4 puñaladas si no le entregas tu dinero, entonces con la fórmula del punto medio, y para no entrar en peleas, debes aceptar que te dé solo dos? ¿Si usted sostiene que la sangre es roja y otro dice que es blanca, entonces para no discutir usted acepta que debe ser “rosada”?
Oímos diariamente que el país está muy polarizado y que uno de esos extremos perversos son las ideas de Álvaro Uribe. Eso es falso y tramposo. Como nunca pudieron derrotarlo en el campo de las ideas ni de las ejecuciones, los tramposos y mediocres impusieron una postura, esa sí extrema y absurda, según la cual los delincuentes y narcoterroristas eran incomprendidas víctimas de las maldades del sistema, que merecían impunidad total. Para eso se creó la JEP y por eso deber ser eliminada, así como reformar el sistema judicial.
Las ideas de Álvaro Uribe nunca han sido extremas. Garantizar la seguridad no es de derecha ni de izquierda ni de nada, solo irrefutable sentido común. Defender la idea que quienes incumplan la ley deben ser castigados y no premiados no es extremismo, es simplemente “civilización” y la más poderosa forma de garantizar “confianza”, la base de cualquier construcción social.
Hacer ver la sensatez y responsabilidad como un “extremo”, fue la forma de vendernos la idea que, para terminar la confrontación, debíamos aceptar el falso e inmoral punto medio. Al inventarse un extremo opuesto indecente, pero disfrazado de bondad y superioridad moral, se introdujo la venenosa idea que lo que siempre fue prudencia y coherencia, era extremismo, e incluso debíamos sentir vergüenza por creer en ello. Una trampa inmunda.
Hay algunos aprovechándose de esta situación, pregonando y resaltando la existencia de esa falsa polarización para venderse como la salvación del “punto medio”. Son los “nini-políticos”, esos que no son ni lo uno ni lo otro sino todo lo contrario, que son humo aromatizado con aroma de decencia, filosóficamente tibios y vacíos conceptualmente, que intentan convencer a la gente que como esos supuestos extremos son el problema, entonces la solución es votar por el irreal punto medio, o nuevo centro del espectro político.
No sientan vergüenza de lo que aprendieron de sus padres ni se dejen engañar, la tal polarización “no existe”. Fue inventada para darle impunidad a delincuentes. Hay precandidatos vendiéndose como representantes del falso punto medio, pero realmente son cascarones vacíos más cercanos del indecente extremo artificial que de la integridad y la coherencia. ¡Ojo con el 22!
Fuente: El Colombiano, 19 de octubre de 202