logoHeader

columna

La salida en falso de Miguel Uribe Turbay*

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969


Lo que parece insólito no es anunciar, a título personal, una candidatura presidencial sino lanzar con ella un programa de capitulación ante el gobierno de Gustavo Petro.

“A Gustavo Petro sí lo vamos a sacar, pero con votos y en 2026”. El senador Miguel Uribe Turbay lanzó esa frase este 21 de octubre en un discurso en video donde dijo ser candidato a la presidencia de la República. Fue un resumen de su pensamiento en quince palabras, cargadas de significantes. Esa sola oración recibió, por un lado, los aplausos de algunos sectores progresistas —como el diario socialista español El País— y suscitó, por el otro, la indignación de muchos colombianos.

Hay en esa frase de todo, como una aprobación disimulada del régimen de Petro y la promesa pasmosa de que todos ganaremos si aplazamos hasta “el 2026” la lucha contra el atroz régimen socialista.

Digámoslo francamente, la esencia del mensaje de Miguel Uribe, descartando sus frases calculadas de compensación, consiste en una capitulación velada, pero en regla, ante la agenda petrista destinada a desmontar las instituciones democráticas y alienar la sociedad en su conjunto.

Si Miguel Uribe cree lo que dice —que el presidente Petro está intentando “robarse las elecciones en 2026” para “consolidar el dominio de la izquierda en el país”—, él debería proponer otra estrategia: unificar cuanto antes, en un solo frente, las fuerzas de oposición anti Petro y lanzar un plan de lucha claro y decidido, y ganar el respeto del país en ese combate por el país, en lugar de proponer una idílica salida electoral.

La candidatura de Miguel Uribe no parece haber sido avalada por el CD ni discutida en instancia alguna del CD.

El político exgavirista, expeñalosista y ahora uribista anunció su decisión con una mezcla de cinismo y ceguera muy visible y en un momento clave que exige no dispersar el campo del antipetrismo lanzando una candidatura más al ruedo, lo que agravará las rivalidades personales y sectoriales.

Las fuerzas que sostienen el inmundo régimen tienen mucho que perder y se muestran decididas a utilizar la extrema violencia (combinando alzamientos sangrientos como los de 2021 y ofensivas narco-guerrilleras tradicionales) para defender sus intereses: la ONU acaba de admitir que el tráfico de drogas en Colombia está batiendo récords, que los cultivos crecieron en 2023 un 10% y llegaron a afectar 253.000 hectáreas, y que la producción de cocaína superó de lejos los niveles enormes de la época de Pablo Escobar y de los carteles de Medellín y Cali: llegó a las 2.664 toneladas métricas (creció un 53%). (1)

Sin embargo, démosle a Petro y a su clique, nos dice Miguel Uribe, más tiempo para que complete ese maravilloso ciclo de “reformas”. Lo que propone el candidato es aplazar hasta la próxima elección presidencial la lucha para “sacar a Petro” de la Casa de Nariño y únicamente “con votos”. Uribe Turbay finge desconocer que el gobierno de Gustavo Petro no es como los anteriores y que Colombia con ese mandatario no tiene garantías de ninguna especie. ¿Aun así piensa sacarlo desmovilizando al país y al CNE y aplazando todo hasta el día del voto?

La parálisis que propone Miguel Uribe, útil e inteligible sólo para él, equivale a traicionar a quienes luchan desde el primer día de la presidencia de Petro y desde antes, y que dan hasta su vida para frenar esa gangrena, como los militares y policías que mueren o quedan lisiados de por vida por enfrentar en el terreno las bandas armadas protegidas por la “paz total”, en regiones abandonadas a la barbarie narco-comunista, como El Plateado, entre otras.

También propone dejar sin piso a los funcionarios y magistrados libres —que los hay y muy valientes—, y a los congresistas intimidados y calumniados, a los periodistas amenazados y difamados, y a los abogados y actores del Juicio Político que libran la batalla jurídica contra los intentos de la clique petrista para colapsar la investigación del CNE e impulsan la lógica sanción prevista por la Constitución para los delitos electorales cometidos por la campaña de Petro en 2021-2022.

Si descartamos la labia servil ante el poder constituido, el objetivo de Miguel Uribe parece ser egoísta: buscarle votos a un candidato que recomienda silencio a los colombianos que piden en las calles y estadios, con la consigna “¡Fuera Petro!”, el final de la pesadilla ya mismo, sin esperar las peripecias de 2026.

Por eso no sorprenden las piruetas desesperadas que hace El País, de Madrid, contra María Fernanda Cabal, la más opcionada por las bases para encarnar la candidatura del CD. La senadora, cuyo combate contra la depredación petrista no se mide en semanas ni en meses sino en años, anunció que será una de las candidatas del CD hasta la elección interna, sin romper los compromisos de esa formación. Uribe Turbay violó, en cambio, ese compromiso. Su autoproclamación contradijo la decisión del CD de realizar una “serie de foros regionales” y proclamar el ganador únicamente en 2025.

Angustiado quizás por el éxito de María Fernanda Cabal ante las bases del CD y la ciudadanía en general, Miguel Uribe cedió ante un antojo. Y cosa curiosa, horas después, el órgano no oficial del socialismo español emprendió una campaña soez contra la senadora colombiana: “no tiene carisma” y es de “ultraderecha”, lanzó.

Pero como los sondeos confirman que Miguel Turbay es casi un desconocido —“Cabal registra un 6,4% de intención de voto frente a un 1,3% de Uribe Turbay”— el torchón preferido del PSOE se consoló con una gansada: “los sondeos son difíciles de leer”.

El País, de Madrid, acudió entonces a otra suerte de manipulación bien reaccionaria: escribió que Miguel Uribe Turbay es hijo de una “familia de abolengo”. Peor, hizo la gran revelación: Miguel Uribe “es el favorito del expresidente [Álvaro Uribe]”, y tiene “fuertes vínculos con las élites políticas de Bogotá”. Esperamos que el expresidente Uribe, para no arruinar el acuerdo sobre 2025, desmienta al menos lo del favoritismo.

Es obvio que los padrinos de la candidatura de Miguel Uribe tratan de entrabar, una vez más, como lo hicieron en 2021, con el método del sondeo vetado a las bases del CD, la candidatura de María Fernanda Cabal. ¿Por qué tanta obcecación? Porque ella, en primer lugar, es mujer y plantea un desafío a la misoginia de cierta clase política. En segundo término, porque ella, además de valerosa y carismática, conoce mejor que otros candidatos la naturaleza perversa del comunismo que victimiza a Colombia desde hace más de 60 años, y que guía a Gustavo Petro y a los grupos que lo apoyan. Es ella la más consistente opción para dirigir la lucha y ganar la presidencia, restaurar la economía y la seguridad, factores indispensables para fundar una paz durable y con justicia en Colombia.

El furor de la extrema izquierda colombiana e internacional contra la enérgica dirigente política es evidente y nadie sabe hasta dónde piensan llegar. El director del sistema audiovisual público de Colombia, nombrado por el presidente Petro, afirmó, hace algunos días, sin justificación alguna, que está dispuesto a “hacer encarcelar a la senadora Cabal”.

Ante ese panorama, nadie le reprochará a las malas lenguas que deduzcan y digan, sin exagerar, que algunos cenáculos están fabricando otro JM Santos para acabar de hundir a Colombia en la miseria. Esas extrañas fuerzas, que la prensa es incapaz de singularizar, están de nuevo en la jugada.

(1).- En 1999, los cultivos ilegales en Colombia (coca, pavot y cannabis) cubrieron una superficie de 135.000 hectáreas. Según la DEA, la producción de cocaína en Colombia fue, en 1999, de 440 toneladas.

23 de octubre de 2024