Empecé a escucharle al hoy candidato Petro acerca de su “política del amor” mientras fue alcalde de Bogotá entre 2012 y 2015, y confieso que nunca la entendí, pues mientras la profesaba en el discurso y en los escenarios, sus actuaciones le contradecían profundamente.
Realmente lo que ocurrió en ese periodo fue la promoción de la lucha de clases, dividiendo a la ciudad entre “pobres” y “ricos”, con el animo de tener un buen electorado en lo que serían sus siguientes aspiraciones presidenciales. Mientras tanto la ciudad retrocedía.
Lejos de promover el “amor” ha incentivado todo lo contrario. Solo basta recordar en noviembre de 2019 el uso incendiario de su herramienta favorita, Twitter, que sería el abrebocas para lo ocurrido en mayo y junio de 2021. El resultado, el país bloqueado, haciendo un inmenso daño a las cadenas de suministro, a empresarios de todo tamaño, a la generación de empleo, al mismo ingreso monetario de los colombianos.
Para no ir más lejos, cumplió lo que se propuso en su discurso en la elección de Duque como presidente: dura oposición con movilizaciones en la calle. “Amenazó al futuro gobierno y a todos los que no lo acompañaron con sacar la gente a la calle si no se hacen las cosas como las ha planteado, entre ellas, las que Colombia abandone su política de hidrocarburos y la cambie por la de ´los aguacates´”, como lo señaló la prensa en su momento.
Han imaginado ustedes cómo hubiese manejado Petro el periodo de pandemia, cómo hubiese afrontado la vacunación contra la Covid19, si para esta campaña electoral lo que ha propuesto es que el sistema se salud quede en manos de las Secretarías de Salud Municipal: el completo desastre.
Pero lo más aterrador es que “la política del amor” mostró su máximo despliegue hasta ahora conocido, en lo relacionado a como se apeló a la mentira para socavar y desprestigiar la imagen y buen nombre de los demás candidatos a la presidencia, como lo reveló la Revista Semana en días anteriores: los petrovideos.
Sin duda, son las formas modernas de “la combinación de todas las formas de lucha” de la escuela comunista que en no entienden de ética y menos de moral. Su único objetivo es alcanzar el poder para luego eternizarse en él.
Es la misma estrategia de narrativas falsas que han desplegado contra otros personajes de la vida nacional e incluso contra sectores económicos como el de petróleos, el palmero, el ganadero, e incluso contra las Fuerzas Militares y la Policía Nacional. Seguramente “la política del amor” solo busca que “amen” a Petro, al mismo estilo del “mesías” Chávez.
Con el ingeniero hay total certeza de que estará sus cuatro años de gobierno y seguirá la democracia, pero con Petro no. Muy seguramente de ganar el segundo, a lo que nos veremos expuestos en próximos meses es estar de nuevo en una falsa narrativa expresando que debe hacerse una constituyente, en donde se abrirá paso de nuevo a la reelección y así tomarse en definitiva el poder. Calcado de Venezuela, Chile, y recientemente Perú. Todo en el nombre del “amor”.
Si lo que han revelado los petrovideos en la ultima semana lo han hecho solo desde una campaña política, pueden imaginar lo que harán si llegan al poder del Estado. El acabose. ¿qué pasará con lo que pensemos y opinemos diferente? ¿Llegará la “política del amor” a darnos garrote? Evidentemente sí. Más aún, derrotar a Petro en las urnas no es garantía de tener un país tranquilo y en desarrollo, pues seguirán las amenazas y la destrucción.
La invitación para el próximo 19 es salir a votar masivamente por las libertades, porque el tiempo luego no podrá devolverse como sí lo han deseado en Venezuela, Perú y Chile.
@ojcubillosp