Me cuento entre los convencidos de que el proceso de paz con el ELN es posible, pertinente y necesario. Para más veras, se podría decir que soy partidario de la paz con el ELN.
Por eso, la crítica que expreso aquí la hago con el único propósito de contribuir, y de advertir también sobre un error estratégico que puede terminar dando al traste con el proceso.
En este mismo espacio manifesté que la designación de Otty Patiño y de José Félix Lafaurie como miembros del equipo negociador me parece un acierto. De la misma manera que manifesté que me aparto de los que dicen que con el ELN no se puede hacer la paz. Por el contrario, creo que con ellos se puede llegar a una paz muy importante para el país.
—Vamos al grano
A propósito de las divergencias que se han hecho tan evidentes entre el gobierno y el ELN desde que el presidente Petro salió con el trino del cese del fuego bilateral, le escuché decir a Otty Patiño, en una entrevista, que lo que pasa es que Antonio García no entiende la Paz Total.
Personalmente, difiero del planteamiento de Otty. Pienso que Antonio García sí entiende la Paz Total; lo que ocurre es que, claramente, no está de acuerdo con ella.
Luego el problema no radica en si Antonio García entiende, o no, la Paz Total, sino en si Antonio García tiene algo de razón con no estar de acuerdo con ella. Es más, me atrevo a asegurar que no basta con darse el espacio para considerar las opiniones de Antonio García; también es preciso abrirse a considerar las críticas que desde ámbitos muy diversos se le están haciendo a la Paz Total.
Muy desde el comienzo, cuando aún no se habían restablecido la negociaciones, el ELN planteó sus reparos a la Paz Total desde el punto de vista que meter todo tipo de negociaciones en el mismo costal constituía un error. Plantearon que no estaban de acuerdo con revolver los conflictos de origen político con los conflictos derivados del narcotráfico.
Podría decirse que todo el mundo les dio la razón. El propio gobierno dijo que haría la diferenciación entre la negociación política y el sometimiento a la justicia.
No obstante la coincidencia en este punto, la polémica sigue viva. Tan viva que cabe preguntarse por qué no ha sido suficiente el hecho de adelantar con el ELN un método de negociación política y con los narcotraficantes otro de sometimiento a la justicia. Todo comienza a indicar que las contradicciones inherentes a la Paz Total van mucho más allá que abrir dos caminos metodológicos y jurídicos para cada tipo de negociación.
Los hechos de las últimas semanas que han puesto en tela de juicio la Paz Total obligan a que las delegaciones del gobierno y del ELN se sienten a plantearse algunos temas estratégicos en este nuevo ciclo que comienza en México. Hay nubes de credibilidad sobre la Paz Total que pueden llegar a perjudicar gravemente el proceso con el ELN y resulta, por lo tanto, muy importante que se anticipen a buscar soluciones políticas que les eviten llegar a crisis de proporciones telúricas.
Lo primero que vale la pena que conversen es si es viable políticamente seguir manejando la negociación con el ELN y las negociaciones con los narcotraficantes bajo la misma sombrilla de la Paz Total, bajo el mismo imaginario público y con el mismo comisionado de paz.
En plata blanca, los vientos comienzan a mostrar que eso tiende a reventarse.
La gran mayoría de los colombianos están dispuestos a aceptar una negociación de paz con el ELN pero no están dispuestos a tragarse el sainete de la claudicación institucional y la impunidad para los narcotraficantes.
¿Qué sentido tiene, entonces, ponerle a pagar al proceso de paz los costos de legitimidad que tienen las negociaciones inconfesables que nacieron en plena campaña electoral en la Picota?
¿Qué le pasaría al proceso de paz con el ELN en la eventualidad de que llegue a comprobarse, en algún expediente judicial, que efectivamente hubo corrupción en el origen de la Paz Total?
Sinceramente pienso que cualquier proceso de paz podría salir mortalmente lesionado de un escándalo de esa naturaleza y de esas proporciones.
Por lo que leo en la prensa, tengo entendido que el primer punto que van a conversar en esta nueva ronda es el del cese del fuego bilateral.
Con toda consideración y respeto por los negociadores de lado y lado, les sugiero que no se vayan a meter aún en ese tema. En las actuales circunstancias de incapacidad del Estado, de proliferación de controles territoriales bandidos, de desconcierto de la fuerza pública, nadie puede garantizar el cumplimiento de ningún cese del fuego que se pacte. En las actuales circunstancias meterse a pactar un cese del fuego sería como meterse a un pantano de arenas movedizas que les impediría enfocarse en la búsqueda de dinámicas políticas y sociales que les permitan mostrar avances reales y tangibles de un proceso de paz, tal cual lo piden a gritos la opinión nacional y las comunidades de los territorios.
Hoy es más importante que encuentren como blindar el proceso de paz frente a las incoherencias insalvables de la Paz Total que distraerse con un cese al fuego que nadie es capaz de garantizar.
Les deseo muchos éxitos en esta nueva ronda.