Nadie ha sido tan generoso con Gustavo Petro como José Félix Lafaurie.
José Félix aceptó poner su liderazgo y su amplia inteligencia al servicio del gobierno de Gustavo Petro, hasta el punto de haberle aceptado su participación como delegado del gobierno en un proceso de paz de muy difícil aceptación nacional.
José Félix empeñó su prestigio y su palabra en la construcción de unos acuerdos sobre tierras que le han servido al país para contener la ola de violencia que se precipitaba por cuenta de la obsesión invasora que se desató en el Pacto Histórico.
José Félix no se ahorró ni una sola gota de su experiencia y su energía en intentar, sin mucho éxito, hacerle entender al gobierno que una verdadera reforma agraria tiene que incorporar otros elementos que van más allá de los títulos de propiedad. Que sin créditos, vías, conocimiento, mercados, seguridad, confianza, no hay verdadera reforma agraria.
José Félix decidió sobreponer su condición de demócrata a las distancias conceptuales que lo alejan de Gustavo Petro y todos lo vimos dar el paso desde la oposición hasta la defensa del gobierno en temas muy difíciles de defender.
En pocas palabras, José Félix decidió darse la pela por Gustavo Petro. Por eso digo que nadie ha sido tan generoso con Gustavo Petro como José Félix Lafaurie.
No obstante, Gustavo Petro lo ha traicionado.
-¿Por qué titulo este artículo “La moraleja de José Félix?
Por una razón muy clara: porque esta historia está llena de enseñanzas. De enseñanzas que necesitamos que los empresarios entiendan. Sobre todo, quienes lideran los gremios.
Se equivocan quienes creen que Gustavo Petro valora la generosidad y la amabilidad. En su condición humana cargada de resentimientos y complejos, él no puede hacer otra cosa que confundir la generosidad con la rendición y la amabilidad con el miedo. Dos cosas que a él sí le gustan: que se le rindan y que le teman.
También hay que entender que, a las características propias de su personalidad, se suman las muy acentuadas de sus obsesiones ideológicas.
Por eso pienso que se equivocan cuando creen que Gustavo Petro quiere que los campesinos tengan tierra y que haya una reforma agraria. Esa no es su verdadera intención. A él no le interesa la reforma agraria como camino hacia el progreso, sino como bandera política con la que agitar la conflictividad rural, con la que darle consignas enervantes a sus bases ideológicas con el fin de acelerar su verdadera estrategia de la milicianización del campo.
-¿Ustedes creen que uno hace decretos de expropiación express para hacer reforma agraria? ¿Ustedes creen que uno hace decretos de blindaje institucional a las células milicianas del Pacto Histórico con el fin de hacer reforma agraria?
Nadie debería llegar a ser tan ingenuo como para creer que los interlocutores de Gustavo Petro en el campo son los campesinos. Está más que demostrado que sus verdaderos interlocutores en el campo son las organizaciones criminales que ejercen el tiránico control territorial y el control de las economías ilegales. Son las Guardias Campesinas, que no son otra cosa que las milicias de las Farc o las Guardias Indígenas, que hoy no son otra cosa que las milicias de las economías ilegales y la corrupción de los resguardos indígenas.
No debemos olvidar que un elemento crucial de la estrategia de milicianización consiste en entregarles a las milicias la representación de los sectores sociales que dicen representar. Es así como el gobierno se sienta con la Guardia Indígena y dice que está sentado con los indígenas. Es así como insisten en que las Primeras Líneas representan a la juventud colombiana. Es así como el gobierno se sienta a hablar con el Clan del Golfo y dice que allí están representados el Urabá antioqueño y el Bajo Cauca. Es así como los ministros se sentaron a negociar con las Guardias Campesinas de las Farc que asesinaron, secuestraron y destruyeron en Los Pozos Caquetá y terminaron firmando unos acuerdos dizque con los campesinos de Caquetá, Guaviare y Meta.
No hay que llamarse a engaños: los decretos del gobierno no son para hacer reforma agraria sino para hacer milicias; para milicianizar. Es muy importante que los gremios reflexionen con cuidado sobre las enseñanzas que deja esta traición de Gustavo Petro a José Félix Lafaurie.
De la misma manera que resulta tan importante que los empresarios recojan las enseñanzas que deja la otra cara de esta historia, la de la victoria cívica que acaba de liderar José Félix contra la invasión de la finca El Toro en el municipio de Codazzi, en el Cesar. Allí lo que funcionó fue el modelo de las brigadas solidarias de los ganaderos. Un modelo cívico, tan pacífico como valiente, para exigir que se cumpla la ley y que las autoridades cumplan con su deber. Un modelo basado en la solidaridad ciudadana por la defensa de los derechos democráticos. Un modelo basado en la valentía y no en el miedo.
Colombia necesita que sus empresarios recapaciten y que entiendan, con valentía, “La moraleja de José Félix”. Que bueno sería que los gremios tomen la decisión de convertirse en una gran brigada solidaria, esta vez solidaria con la sociedad, la Constitución y la democracia. Que bueno sería que los gremios tomen la pronta decisión de priorizar la defensa de la democracia por sobre la ingrata y equivocada generosidad con Gustavo Petro.
Que bueno sería que los gremios entiendan, tal como lo ha demostrado José Félix, que lo cortés no quita lo valiente.