El panorama de las regalías muestra que hay disparidades entre los giros o abonos en cuenta.
En el año 2011, cuando el Gobierno adelantó su famosa reforma al Sistema General de Regalías, explicó que su objetivo era esparcir la mermelada en la tostada del territorio nacional. 5 años después de haber repartido las regalías de la mayor bonanza minero-energética de nuestra historia, en un mayor número de municipios, es pertinente preguntarnos cómo estamos. El análisis de la evidencia de cara a la aprobación de un nuevo presupuesto bianual, es bastante crítico por cuanto florecen problemas ligados a la inefectividad, los oscuros procesos contractuales, la baja ejecución y la mala formulación de proyectos. Para empezar, el panorama de las regalías muestra que existen serias disparidades entre los giros o abonos en cuenta y los departamentos tienen altos niveles de necesidades básicas insatisfechas. Departamentos como Chocó, Sucre, Cauca, Vichada, Vaupés tienen una asignación vergonzosa de recursos en comparación con sus precarios indicadores sociales. La situación de la contratación es pavorosa. El 27 % de los contratos realizados en el sistema es asignado por vía directa, y, lo que es peor, el 65 % de los contratos que representan el 72 % del valor de los proyectos se va en procesos con un único proponente. Sorprende aún más que, según la Contraloría, el 80 % del valor de los proyectos, está en el 12 % de los contratistas. Si se examina la ejecución de los recursos de regalías, el famoso Fondo de Ciencia y Tecnología apenas ha ejecutado el 14 % de los recursos, mientras el Fondo de Desarrollo Regional no llega al 50 %. Entre los problemas de ejecución, el 33 % obedece a fallas en la calidad, seguidos por interventorías deficientes y obras catalogadas como ‘elefantes blancos’. No deja de ser menos grave el alto número de proyectos rechazados. En la región Centro sur, 5 de cada 10 proyectos son rechazados, mientras que en la región del Pacífico, 4 de cada 10 corren la misma suerte. Los pecados del sistema son muchos más. Subsiste un divorcio entre los recursos planificados por el Gobierno y el recaudo efectivo, al igual que unas proyecciones infladas relacionadas con los precios y la producción de petróleo y carbón. Llevamos 5 años de un nuevo sistema de manejo de las regalías que, supuestamente, permitiría tener proyectos de mejor calidad, reducir las desigualdades en las regiones de menor ingreso y promover, como nunca antes, la ciencia y la tecnología. Hasta ahora, los resultados muestran la ausencia de obras emblemáticas, en términos de desarrollo regional, y la inefectiva asignación de recursos para estímulo a la ciencia. Cuando se creó el nuevo Sistema General de Regalías estábamos en medio de una fiesta de recursos provenientes del petróleo y los minerales, que le permitieron al gobierno distribuir la mermelada para ganar respaldos políticos en las regiones, creyendo que la fiesta nunca terminaría. La fiesta terminó y los resultados dejan una gran resaca. Hoy, tenemos que hacer reformas para que estos recursos no sigan siendo una mermelada sin sabor, que deja poco para quienes más los necesitan. Portafolio, Bogotá, 26 de octubre de 2016