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La lucha sindical debe ser libertaria

Por Ariel Peña González - 16 de Mayo 2023

Cualquiera de las movilizaciones sociales genuinas, que se realicen en Colombia, deben de estar acompañadas de un espíritu pacifico, democrático y libertario, repudiando las prácticas del comunismo totalitario.

Hace dos años por estos días de mayo, se estaba realizando en Colombia un paro nacional, convocado por las principales centrales obreras, que sectores oportunistas denominaron “estallido social”, contribuyendo al posterior triunfo electoral del comunista Pacto histórico, debido a que con esa arremetida violenta en contra de la ciudadanía, por parte de grupos adiestrados en el terror, como fue el caso de la Primera Línea, se intimidó a una buena parte de la población, para que ante el miedo se inclinara en las elecciones a favor del plan político que dirigía Gustavo Petro.

Ante esos sucesos, es bueno recalcar que el Sindicalismo Libre durante sus 200 años de existencia, siempre ha repudiado la instrumentalización que se hace de las organizaciones obreras, especialmente, por el marxismo leninismo que considera al sindicalismo, como un simple dispositivo del partido.

Organizaciones que pertenecen al Sindicalismo Democrático, se pronunciaron en contra de los bloqueos, el terrorismo y el vandalismo que se presentó con motivo del paro de 2021, rechazando la presencia de grupos extremistas que responde a intereses totalitarios, que son ajenos a las luchas reivindicativas de los trabajadores y del pueblo colombiano en general; además los actos violentos que realizó el narcocomunismo afectó a la producción nacional y por ende al trabajo de millones de ciudadanos, y por esa postura enhiesta del Sindicalismo Democrático se habló de esquirolaje, lo que es una contradicción en los términos, ya que hay que conocer quién es el principal esquirol en la historia del movimiento de los trabajadores.

Se considera esquirol a una persona o grupo, que durante una protesta o huelga se alía con la contraparte para romper la movilización; sin embargo el sumo del esquirolaje que se ha presentado históricamente se ha dado cuando se desvían los objetivos específicos de una lucha social, por intereses políticos partidistas en donde no importan las reivindicaciones económicas y sociales de la población, pues estas son reemplazadas por las ambiciones políticas burocráticas de grupos totalitarios comunistas, que mediante peticiones exageradas dilataban las aspiraciones que son posibles de ser alcanzadas con la movilización y, en Colombia observamos con las protestas del 2021, que los grupos marxistas que participaron con sus diferentes máscaras en el paro, utilizaron la protesta para promover el triunfo del programa político que encarnaba Gustavo Petro, lo cual ocurrió en las elecciones del 2022, luego a estos sectores poco les interesa la lucha reivindicativa, puesto que los trabajadores son simples objetos para sus fines protervos.

Es claro que las reivindicaciones realistas económicas y sociales por las que se convocaron las marchas del 2021, no se materializaron, ante el papel nefasto que juega el totalitarismo comunista en algunas organizaciones sociales, pues se pusieron de primero las ambiciones abyectas, antes que buscar el bienestar de la ciudadanía, de ahí que las entidades sindicales y sociales sensatas debieron exigir el retiro de esos requerimientos desaforados que se le hicieron al gobierno de ese entonces; aunque se decía que hay que pedir mucho para lograr algo, pero lo que se buscaban era la dilación, para volver dispendioso cualquier acuerdo, lo que demostró una vez más, al comunismo como el principal esquirol en la historia de los trabajadores y de los pueblos, visto que no le interesa el auténtico bienestar social en las masas.

En una lucha por las reivindicaciones cuando están presentes las fuerzas marxistas, estas artificiosamente se burlan de la población de manera oportunistas, para llevar a cabo su proyecto político malévolo y, por ello hay que reafirmar que la protesta popular no es patrimonio de ningún movimiento político en especial, puesto que ello es inherente a todos los seres humanos que buscan mejores condiciones de vida, lo que desmiente la postura supersticiosa que tiene el comunismo totalitario sobre la lucha social.

El marxismo leninismo ha sido el máximo esquirol y traidor del movimiento de los trabajadores, siendo el ejemplo más protuberante el contubernio que realizó el partido comunista chino (responsable de todas las víctimas del Covid-19 en el mundo) con las grandes transnacionales hace cerca de 45 años, para superexplotar a los obreros de ese país asiático, repartiéndose la plusvalía, fortaleciendo el neoliberalismo que impulsó la flexibilización laboral, y condenando al desempleo y al hambre a millones de trabajadores en el mundo. Esa patraña desarrollada por la nomenclatura comunista china fue para que la dictadura marxista se prolongara por toda la eternidad, pues sabía que el sistema socialista era un fracaso total y absoluto y, por eso optó por la economía de mercado.

El esquirolaje comunista ha sido prolífico en diferentes partes del mundo, recordando que en la Unión Soviética y sus satélites de Europa oriental, el Sindicalismo Libre fue perseguido por las burocracias marxistas, llegándose a encarcelar, torturar y asesinar a miles de dirigentes, pero allí quedó demostrado el antagonismo entre el comunismo totalitario y el sindicalismo, porque el dirigente polaco Lech Walesa desarrolló una heroica lucha en contra de comunismo con el sindicato independiente Solidaridad en la década de los 80 del siglo XX, que llevó a la bancarrota al “socialismo real” en los países de la cortina de hierro con la caída del muro de Berlín y la debacle de la URSS, a Walesa lo acompañaron Ronald Reagan presidente de USA y el papa San Juan Pablo ll.

Con su remoquete del socialismo del siglo XXI, el marxismo en Latinoamérica, también ha sido verdugo del sindicalismo libre, por ejemplo en Venezuela el trastornado Hugo Chávez, comenzó su gobierno en 1999 persiguiendo al sindicalismo que no era marxista, hasta que lo atomizó, creando unas centrales de bolsillo para sus propósitos dictatoriales y hegemónicos; cabe resaltar que miles de dirigentes sindicales han sido víctimas del régimen chavista, y el ejemplo chavista en Colombia con el gobierno de Petro está empezando a tomar cuerpo con el sindicalismo.

En Ecuador el gobierno de Rafael Correa siguiendo la cartilla marxista, condujo en 10 años de presidencia, prácticamente a que los sindicatos desaparecieran, puesto que al igual que en Cuba, Norcorea y los países que se encuentran bajo la férula del comunismo, el sindicalismo es un simple apéndice del partido, como enseñó el genocida de Lenin, y por eso los gobiernos del socialismo del siglo XXI en Latinoamérica han buscado que las organizaciones de trabajadores sean simples instrumentos de las catervas comunistas.

Cualquiera de las movilizaciones sociales genuinas, que se realicen en Colombia, deben de estar acompañadas de un espíritu pacífico, democrático y libertario, repudiando las prácticas del comunismo totalitario, que producto de sus intenciones oportunistas e insanas no le interesa el bienestar del pueblo, sino que siguiendo su estrategia absolutista intenta mediante engaños aparecer como defensor de la causa social, cuando la historia nos dice que no solo ha sido el peor esquirol de los trabajadores, sino que además es uno de los peores predadores que ha tenido la humanidad en toda la historia.