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columna

La lección sobre el sistema de la “primaria abierta” que puede ser útil para el CD en Colombia

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969

Francia: el partido LR (neo gaullista) abandonó el sistema de la consulta o primaria “abierta” para elegir su candidato presidencial.

Francia: el partido LR (neo gaullista) abandonó el sistema de la consulta o primaria “abierta” para elegir su candidato presidencial.

El maquiavélico invento de las “primarias abiertas” para elegir los candidatos presidenciales de los partidos está perdiendo terreno. En Francia, el Partido Republicano (Les Républicains, LR) de formación neo gaullista (ex RPR, ex UMP), acaba de tomar la decisión de abandonar ese método y de optar por designar su candidato para las presidenciales de 2022 de la manera más democrática: poniendo exclusivamente en manos de la militancia de ese partido tal decisión, sin intrusiones de otros sectores políticos, incluso adversos, como ocurre con el sistema de la consulta o primaria “abierta”.

Así pues, mediante la votación de los miembros de ese partido que estén, claro, al día en sus cotizaciones, y reunidos en congreso el próximo 4 de diciembre, los republicanos escogerán su candidato presidencial para 2022. 

La elección del candidato presidencial se hará ese día, en dos vueltas. Christian Jacob, dirigente de esa formación, explicó que los 79.181 miembros actuales de LR utilizaron antier un sistema de voto electrónico interno para decidir tanto el nuevo sistema de selección como la modificación de los estatutos del partido. La tasa de participación fue del 50,2%, dijo. Desde 2015 el partido LR había adoptado en sus estatutos el sistema de la “consulta abierta”.

Tal viraje tiene una explicación. El método de la “primaria abierta” no aportó sino tropiezos y divisiones a esa importante formación política que había llevado al poder a Jacques Chirac (1995-2007) y a Nicolas Sarkozy (2007-2012). Sin embargo, en la primaria abierta de 2016, el expresidente Sarkozy, el líder incuestionado en ese momento de ese partido, fue eliminado en la primera vuelta. Tal humillación aumentó las tensiones internas entre las diferentes tendencias y ello condujo a un descalabro mucho peor: el ex primer ministro François Fillon, el candidato escogido, terminó en tercer lugar en la primera vuelta de la elección presidencial de 2017, al obtener solo 20% de los votos.

Con un candidato como Sarkozy las cosas probablemente habrían sido diferentes. El problema es que en la primaria abierta de 2016 gente de otros partidos, sobre todo de izquierda, infiltraron esa selección. Querían impedir que Sarkozy, su más detestado contrincante, fuera candidato presidencial. Votaron entonces por Fillon y lograron su objetivo: que el mayor partido conservador de Francia no llegara a la segunda vuelta.

Se vio así que los militantes de LR sacaron antier las buenas conclusiones de esa derrota y optaron por la designación cerrada para que el candidato presidencial sea coherente con la política y los usos de LR. Las bases podrán entonces escoger a uno de los cinco postulantes a esa candidatura: Valérie Pécresse, Xavier Bertrand, Michel Barnier, Eric Ciotti y Philippe Juvin. La pregunta es saber si ese partido, fuertemente dividido en capillas y fracciones rivales, cada una dirigida por caciques que se detestan entre sí, logrará sobrepasar sus problemas de organización y de línea política.

Lo que acaba de ocurrir en el partido LR, podría llevar al Centro Democrático de Colombia a profundizar su discusión sobre el intrincado asunto de cómo mejorar el sistema de elección interno para dotarse de una candidatura con fuerte respaldo para ir en las mejores condiciones a la contienda electoral de 2022.

Este 20 de septiembre, Nubia Stella Martínez, directora del CD, dijo que el candidato presidencial del CD “será escogido por sus militantes”. No indicó como harán eso, pero reveló que los precandidatos se reunirán con ella “para revisar y aprobar las reglas” y que el candidato “será anunciado el 22 de noviembre”.

Tres días antes, la confusión era total. El CD había indicado que la elección de su candidato se haría “como en la elección de 2018”. Aquella selección había recibido críticas pues impidió que la militancia, es decir los miembros y dirigentes del CD, escogieran el candidato. La selección del 11 de marzo de 2018 fue rarísima: una empresa encuestadora recibió el encargo de reunir respuestas de no se sabe qué grupos de consultados y dio el nombre del elegido. Ese método insólito y opaco, incluso peor que el de la “consulta abierta”, benefició a Iván Duque.

¿La directora del CD organizará esta vez la consulta de otra manera?

Aunque Nubia Stella Martínez había declarado que “No existe en este momento ningún candidato presidencial que tenga preferencia o favoritismo ni en el partido, ni fuera del mismo” y que el CD debe esperar el 22 de noviembre para presentar el candidato presidencial, 33 congresistas del CD lanzaron, el 16 de septiembre, una proclama en la que dicen respaldar a Oscar Iván Zuluaga. Subrayaron que tenían la esperanza de que la “consulta interpartidista”, que el CD realizará, según ellos, “en marzo de 2022”, elija a OIZ.

Una primera respuesta llegó el 17 de septiembre: la dirección del CD hizo saber que en ese partido “la soberanía descansa en sus militantes, por eso eligen candidatos y deciden”. Agregó que “los precandidatos se dan sus propias reglas hasta lograr consensos.” Y concluyó: “El Centro Democrático es un partido que tiene como principio el respeto a la democracia participativa y a las reglas que surjan en el marco de los procesos internos.” Esa declaración parecía ponerle fin a la idea de la “consulta interpartidista”, es decir a la “consulta abierta”. Pero no hubo tal cambio.

El 21 de septiembre, el CD difundió otra declaración y volvió a servir el plato de la “consulta interpartidista”: “Los precandidatos presidenciales del Centro Democrático reunidos en la sede nacional, avanzaron en los acuerdos sobre la definición de los parámetros y reglas del mecanismo de elección del candidato presidencial, el cual incluirá a los simpatizantes y militantes del partido y a segmentos de la opinión que comparten nuestra ideología. También ratificó la determinación de realizar foros en el territorio nacional.”

Ese comunicado ve a los militantes y simpatizantes del CD como personas que pueden participar eventualmente en la elección, pero sin ser los únicos, ya que advierte que “segmentos de la opinión que comparten nuestra ideología” también podrán hacerlo. Así, el sistema de la “consulta abierta” fue revivido. ¿Cómo saber exactamente quien hace parte o no de los “segmentos de la opinión” que comparten las ideas del uribismo?

Contrariada por la carta de los 33, la precandidata presidencial Paloma Valencia fustigó esa movida. La senadora declaró a RCN Radio, el 22 de septiembre, que en el CD no son los congresistas quienes deciden “quién es la persona idónea para la candidatura a la Presidencia”. Esos congresistas habían tratado, en efecto, de forzarle la mano a la base del CD, al mismo tiempo que pedían utilizar el errado mecanismo de la “consulta abierta” en donde activistas de otros partidos, incluso de los partidos más violentamente antiuribistas, podrían incidir en la selección del candidato de la derecha colombiana. Pero Paloma Valencia no se pronunció sobre si la consulta debería ser abierta o cerrada.

¿Por eso el 21 de septiembre el CD no dice nada sobre las características de las “reglas” para elegir el candidato? Aunque ese texto anunció que realizará “foros en el territorio nacional” con los precandidatos, se puede objetar que una cosa es la organización de debates y otra definir claramente quien puede y debe elegir al candidato.

Conclusión: el CD continúa en una especie de limbo sobre el papel de la militancia en la definición del candidato presidencial. Parece no darse cuenta de los inconvenientes de dejar que terceros intervengan en esa crucial designación. La experiencia con la “consulta abierta” en Europa, y en Colombia misma, es que termina por hibridar la ideología del partido, agravar las divisiones. Y, sobre todo, permite que los terceros inclinen la barca hacia el lado que más le conviene a los terceros y no, en el caso de Colombia, al CD, al uribismo y al país.