El primer mandatario de los colombianos tiene perfecta claridad de la imperiosa necesidad que hay de combatir la corrupción, ese cáncer que lenta, pero seguramente ha carcomido los cimientos de la institucionalidad de la República. La bomba social que se cocina, exacerbada por el rechazo generalizado del pueblo colombiano a las prácticas corruptas de tantos políticos del orden nacional y regional que se han alimentado como sanguijuelas del presupuesto estatal, requiere de una solución definitiva, so pena de enfrentarnos a una implosión que traería como indefectible resultado, entre otras cosas, la llegada al gobierno de un demagogo de izquierda, como esos de los que actualmente nos acechan cual buitres. Algo así como un Petro o cualquier otro mal engendro de esos. La ecuación nefasta puede detenerse: si el presidente Duque no le quita la bandera anticorrupción a la izquierda, en 4 años serán ellos los que capitalicen el descontento popular para enquistarse en el poder, y no soltarlo nunca como suele suceder con ese tipo de proyectos políticos. Obviamente, una vez encaramados en el potro, los “zurdos” serán más corruptos y torcidos que todos aquellos a los que un día han criticado. Ejemplos de dicho proceder hay por doquier. Iván Duque es un hombre honesto y decente, de eso no hay duda, y está sellando con esa impronta que siempre ha definido su vida, un destino nuevo para nuestro país: el cambio definitivo de las nocivas prácticas políticas. El presidente es consciente de que los puestos entregados a dedo, los contratos de trabajo y la adjudicación de las obras públicas, signados por intereses particulares, politiqueros y mezquinos en contra vía del bien común, son una maldición para la institucionalidad y la democracia. En tiempos del miserable Santos, ese sujeto y miembros de su gobierno se llenaban la boca hablando de pulcritud en el manejo de los recursos públicos, al tiempo que por debajo de la mesa (y hasta por encima de esta con la anuencia de importantes medios de comunicación) le untaban la mano y le llenaban el estómago de “mermelada” a políticos inescrupulosos que ven el erario como el mejor de los botines. Con Duque es a otro precio: lo ha dicho en todos los escenarios: no se dejará extorsionar del Congreso, y, si deciden atravesarse como mula muerta, gobernará con las leyes preexistentes. Una importante iniciativa de la reforma política, impulsada por el Gobierno, acaba de superar el primer debate: la lista cerrada de los partidos. La reforma cuenta con el apoyo de todos los grupos políticos con asiento en el Congreso, exceptuando el Polo, a cuyos miembros obviamente no les gusta que llegue a buen puerto, porque a ellos les interesa el caos para pescar en río revuelto a punta de populismo puro y duro. No es la panacea la lista cerrada, pero por lo menos ayudará a que los aspirantes a un escaño en el parlamento no gasten una fortuna para elegirse, para luego esquilmar al Estado, en procura del retorno de la “inversión”. Ese solo cambio nos llevará a tener mejores partidos y mejores senadores y representantes que llegarán al Congreso a legislar y no a robar. Detrás de ese movimiento estratégico están directamente el presidente y la bancada del Centro Democrático. Sin campanas escandalosamente costosas y sin “mermelada”, vamos rumbo a un futuro mejor. Por supuesto que este mismo esquema debe ser replegado de alguna forma a nivel regional, pues el gran “robispicio” que nos desangra es más delirante y desafortunado en las alcaldías y gobernaciones de la Patria. Presidente, valor y determinación, que nadie se equivoca cuando hace lo correcto. La ñapa I: La JEP es una cloaca que apesta. El solo hecho de tener como Directora Administrativa a Marta Lucía Zamora es prueba de ello. Ojalá la Fiscalía General la ponga a buen recaudo de la justicia. La ñapa II: Me llegan todos los días pruebas de los “negociados” del gobernador de Bolívar Dumek Turbay. Estoy preparando un completo informe para desenmascarar definitivamente a ese “cleptómano”, tal cual lo hice con el delincuente de Alejandro Lyons, en su momento. La ñapa III: Las “chuzadas” ilegales al expresidente Uribe son la prueba fehaciente de lo mal que está nuestra justicia. Abelardo De La Espriella: Es Abogado, Doctor Honoris Causa en Derecho, Máster en Derecho, Especialista en Derecho Penal y Especialista en Derecho Administrativo. En 2002 fundó la firma, DE LA ESPRIELLA Lawyers Enterprise Consultorías y Servicios Legales Especializados, de la que es su Director General. Es árbitro de la lista A de la Cámara de Comercio de Bogotá. Ha sido apoderado de los procesos jurídicos más importante de la última década. [email protected]
La jugada maestra de Duque
Por Abelardo De La Espriella - 08 de Octubre 2018
El presidente Iván Duque está ejecutando una jugada maestra, que, de darle resultado, tendrá la vocación de cambiar para siempre las malas costumbres políticas que tanto daño y perjuicios han causado a nuestra magullada democracia.