En 2015 hasta junio, la tendencia no es diferente: Se han importado 5,8 millones de toneladas por valor de USD$2.770 millones. Esto indicaría que al final del año 2015 se habrían importado 11,6 millones de toneladas, con una facturación de USD$5.400 millones.
Las cifras anteriores sugieren que ahora se importa más aunque la facturación sea menor. En otras palabras, el mayor costo producido por la devaluación del peso, no está conteniendo el auge importador de estos productos. Eso significa que el campo colombiano se verá más golpeado, pero también que el consumidor asumirá los costos de una mayor tasa de cambio, pues se estima que los productos importados agropecuarios representan cerca del 30 % de la oferta total.
En este último evento, las cifras de inflación tenderán a superar la meta señalada por el Banco de la República del 3 %, lo cual empieza a desbaratar las cuentas de nuestra autoridad monetaria.
Para los agricultores y ganaderos, el impacto viene por el lado de los insumos importados –léase abonos y otros productos, que afectan la producción de leche principalmente-, lo que se suma a los duros golpes propiciados al P y G de los ganaderos por la industria transformadora de leche, las inclemencias del Fenómeno de El Niño, el contrabando y el elevado aumento de los costos de producción.
De otra parte, preocupa la evolución de la Balanza comercial total. Dice el Dane que en los primeros seis meses de 2015 se presentó un déficit en la balanza comercial colombiana de USD$6.717,5 millones FOB, observándose el mayor déficit en las balanzas con China (USD$3.635,9 millones), EE.UU. (USD$2.673,9 millones) y México (USD$1.396,5 millones).
Si a las anteriores cifras se agregan las tendencias mundiales que señalan dos aspectos importantes: Uno, la desaceleración más rápida de lo esperado en China, lo cual alimenta una caída de los precios de las materias primas y profundiza la desaceleración en otros países en desarrollo, tal como lo señala la directora del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, quien además redujo su pronóstico para el crecimiento mundial este año en 0,2 puntos porcentuales a 3,3 % (la tasa más débil desde la crisis financiera), el panorama golpea nuevamente nuestras perspectivas de crecimiento, y refuerza el hecho de pronosticarse que será inferior al 3 % al final de 2015.
El otro aspecto, que también advirtió el FMI, es que los mercados emergentes se deben preparar para la eventualidad de quiebras empresariales. Para el caso de los productores pecuarios Fedegán ha advertido hasta la saciedad de quiebras por efecto de los TLC. Todo esto sin detenerse a mirar el estado crítico de las finanzas públicas, que registra una fuerte constricción por efecto de la caída de ingresos externos, originados principalmente en los de petróleo, lo cual desbarató las expectativas de MinHacienda.
Cierra el cuadro, querámoslo o no, con el ruido que introduce en las decisiones de los inversionistas el Acuerdo de La Habana. La incertidumbre y las expectativas siempre han constituido un termómetro en estas decisiones, pues como lo señala Mary Anastasia O’grady, editorialista del The Wall Street Journal, en una entrevista radial, negociar con terroristas nunca sale bien. Lo dicho, “La Habana bien, el país rural mal, máxime la incertidumbre jurídica que se introdujo al tema de la propiedad de la tierra. Ese es el panorama.
Con respeto al Plan Colombia Siembra, en el mejor de los casos próximos 3 años.