De acuerdo con las cifras del Banco Mundial la Formación Bruta de Capital Fijo – FBKF - del país viene en constante caída desde el año 2015. Mientras que en dicho año la FBKF, como participación del PIB, fue de 23%, para el año 2023 la cifra apenas llegó a 18%. La FBKF es, al fin y al cabo, la inversión en bienes de capital que permiten generar riqueza y generar empleo en el sector real.
El dato del promedio mundial de la FBKF como participación en el PIB para 2022 es de 26% y para Latinoamérica de 20%. China alcanzó 42% en su dato de 2022. En otras palabras, cerca de la mitad del valor del PIB chino es lo que dedican a invertir en activos para desarrollar su sector real, es decir su multiplicador de la inversión.
Ahora bien, en el corto plazo en Colombia, desde el primer trimestre de 2023 su FBKF entró en términos negativos, con un tasa de decrecimiento trimestral de 23% promedio que se mantuvo en caída hasta el primer trimestre de 2024, y apenas en el segundo empezó a ser positiva con una tasa de 1,7%, insuficiente para recuperar lo perdido.
En otras palabras, se ha invertido menos en maquinaria, equipos, investigación y desarrollo, tecnología, y lo demás que pueda allí incorporarse; lo que hace que el país en lugar de echar para adelante tenga menor capacidad productiva que genere riqueza, y al fin y al cabo que impulse empleo y consumo. De hecho, la misma demanda interna también ha sido negativa en igual periodo de retroceso de la FBKF.
La misma inversión extranjera directa que llega a Colombia también se ha espantado en diferentes actividades económicas. En 2023 decreció 0,2% frente a 2022, y en el primer semestre de 2024 descendió 29% frente al mismo periodo de 2023. Es decir, de un lado está la problemática de adquirir menos bienes de capital, y de otro lado tampoco están viniendo al país los que tienen buena intención de invertir en sectores que requieren dichos bienes.
La posición gubernamental sobre menor explotación en petróleo y en minería es conocida, de allí que la inversión extranjera haya caído en el primer semestre de 2024 en 30% y 64% respectivamente. Sin embargo, debería estar compensándose con lo que se ha querido impulsar: turismo, restaurantes, hotelería; pero tampoco ocurre pues allí hay una caída en la inversión extranjera de 14%.
Pero ya hablando de desindustrialización las cifras de crecimiento de PIB de la industria manufacturera colombiana empezaron a ser negativas desde el primer semestre de 2023 en promedio 4,5% cada trimestre, y aun no levantan cabeza. De nuevo, y, en otras palabras: menos bienes de capital adquiriéndose, menos empresas extranjeras llegando a invertir y menos empresas nacionales elaborando productos industriales.
Surgen entonces varias inquietudes: ¿no se aprovecharon los TLC? Seguramente la administración actual dirá que no es su responsabilidad, de acuerdo. Pero tampoco se renegociaron, revisaron o se les dijo no más, como se prometió en campaña. Tampoco se ha avanzado en la transición energética, aunque sí se estén marchitando sectores de petróleo y minería.
¿Será que la baja tasa de cambio ha desestimulado la actividad exportadora y fomentado la importadora? Sin duda, y el Banco de la República tiene una inmensa responsabilidad a raíz de una política monetaria que hoy coloca su tasa de interés a casi el doble de la inflación anual.
Sumemos hacia adelante otra reforma tributaria y una laboral que no acaba de acomodarse dentro del sector empresarial, que ha hecho que muchos estén diciendo “me voy”. De allí que en 2023 la inversión interna haya caído 26% y en el primer semestre de 2024 disminuido en 5%. Importante recomponer el paso.