A las de Armenia, Tunja y Bosconia, se suman las de los ganaderos de leche: Ubaté, Tausa, Carupa, Cucunubá, Cape- llanía, Guachetá, Lenguazaque, Susa y Fúquene. Y ahora, todos los de la región Caribe.
El sentimiento combinado de frustración y crisis que manifiestan los productores rurales, no oculta el descontento con las políticas de Gobierno. Encuentran que la atención del Alto Gobierno se ha centrado en satisfacer las demandas de una narcoguerrilla experta en la intimidación, en el tráfico de la vida humana, en el robo de bienes, y en el asesinato ahora selectivo, para no repetir lo que ya todo el mundo sabe.
El agravante es que cada vez más el Gobierno da cuenta de sus excesos. El mismo presidente, en uno de sus recientes pronunciamientos, señaló sus exageradas propiedades, al afirmar que le habían quitado a las Farc cerca de 280 mil hectáreas, avaluadas en $450 mil millones; y según un noticiero de TV, poseen cerca de 2.5 millones de cabezas de ga- nado, que representa un no despreciable 10 % del hato. Es mejor no preguntar dónde sacrificaban y si pagaban la cuota de fomento ganadero. En fin. ¡Un poder nada despreciable!
En términos del mismo raciocinio de la narcoguerrilla, a cuántos pobres se les habrá quitado la oportunidad de tener techo y comida, mientras se mantiene ese sequito de representantes de las partes bien alojados durante 3 años en la meca de la siniestra. También es mejor no saber la respuesta. Se dirá que la paz no tiene precio. Volviendo al tema que preocupa a los productores de bienes legales, que son los que sirven para mantener la seguridad alimentaria del país, el Congreso de la República también empieza a preocuparse y a apoyar a los productores, cuyas demandas se concentran en pedir condiciones al Gobierno para poder subsistir.
Señalan que “ni los productores de leche de razas especializadas de las zonas frías de Cundinamarca, Boyacá, Antioquia y Nariño, ni los de doble propósito (carne y leche) de las zonas bajas de los valles interandinos, o de la Costa Atlántica y los llanos, tienen opciones dentro del sector agrícola para cambiar de actividad”. En el caso de la leche, están atrapados entre una estructura oligopsónica de la industria procesadora que impone condiciones, y los altos costos de producción, esperando una muerte anunciada por la avalancha de unos TLC asimétricos, condenados, como en repetidas oportunidades ha señalado el presidente de Fedegán, José Félix Lafaurie Rivera, a su desaparición.
Mientras tanto, los hogares de estratos bajos de la población ven un vaso de leche cada semana y media.
“El palo no está para cucharas”. La Cumbre del Caribe y todos estos movimientos le deberían significar algo al Gobierno. ¡El vaso medio lleno o medio vacío!