Según el presidente Gustavo Petro en su visita a Alemania, “la destrucción del movimiento obrero a escala mundial fue consecuencia de la caída del muro de Berlín (1989)”, tamaño despropósito responde a las fijaciones dogmáticas del marxismo leninismo, que siempre da una respuesta en blanco y negro a los acontecimientos históricos, sin conceder oportunidad al análisis serio y riguroso que se necesita para comprender de manera acertada un hecho que cambio la historia para bien de la libertad y la democracia.
Porque lo primero que hay que conocer frente al comunismo en sus inicios, es la derrota que se le propinó al señor Karl Marx en la Primera Internacional de los trabajadores del siglo XIX, por sus tesis absolutistas, enajenadoras, burocráticas y estatistas, por parte de los obreros que rechazaron al estado como un yugo bienhechor o látigo sagrado que conduciría a las masas al “paraíso”, como lo esbozaba Marx, puesto que primero había que pasar por una especie de purgatorio que podría durar miles de años para alcanzar el objetivo sublime.
Semejante exabrupto era propio de las fantasías comunistas, de ahí el rechazo contundente de los obreros en esa Internacional, liderados por Mijaíl Bakunin; para que después de 147 años el presidente de Colombia como nostálgico de la guerra fría, añore el muro de Berlín que era ni más ni menos la aplicación práctica de las tesis repudiadas por los trabajadores desde hace tanto tiempo, pero que a base de violencia y mentira se implementaron de manera bestial en 1917, por el sátrapa Vladimir Lenin en Rusia con sus bolcheviques.
En la Segunda Internacional de los trabajadores a finales del siglo XlX y comienzos del XX, se volvió a denegar la dogmática de Marx, especialmente con su fetiche del materialismo histórico y la inevitabilidad, que según Eduard Bernstein, era una repetición mecánica y material de la historia, sin que para nada se hiciera presente la voluntad del hombre; ello fue plasmado en su libro “Las premisas del socialismo y las tareas de la social democracia”, o sea que el repudió por el comunismo totalitario fue evidente desde sus comienzos; considerándose como una vergüenza que una persona u organización se llamará comunista desde 1876 hasta 1918, año en que Lenin denominó a sus bolcheviques como partido comunista. Con semejantes acontecimientos históricos innegables, es absurdo que Gustavo Petro venga a matricular en la actualidad al movimiento obrero mundial en el marxismo, de acuerdo a su reciente visita en Alemania sobre la caída del muro de Berlín.
Por ningún motivo ante las afirmaciones de Petro, se puede olvidar que uno de los sepultureros del comunismo en Europa Oriental, fue el movimiento obrero polaco, con el sindicato Solidaridad que dirigía Lech Walesa, que comenzó la lucha en contra del comunismo a principios de los años 80 del siglo pasado; de manera que no tiene presentación lo dicho por Gustavo Petro, porque si fue el sindicalismo de Polonia el precursor de la caída del muro de Berlín, es contradictorio decir que la destrucción del movimiento obrero a escala mundial es el resultado de la caída del muro de Berlín, puesto que por el efecto del sindicalismo en su condición libertaria aprendida desde la Primera Internacional, se permitió el derrumbe del “socialismo real”, que tanto daño le ha hecho a la humanidad, y ahora con otras máscaras continua con su accionar liberticida en contra de los pueblos.
Algo que ha conspirado en contra de los trabajadores del mundo, fue lo realizado por el partido comunista chino desde 1978, cuando la dictadura de ese país asiático hizo una alianza estrategia con las grandes transnacionales para super-explotar a los trabajadores chinos repartiéndose la plusvalía, perjudicando a los obreros del mundo con ese esquema laboral, que fue copiado por varios países, aplicándose a rajatabla el neoliberalismo del cual China ha sido un importante impulsor, en donde ya no se hablaría de la explotación del hombre por el hombre, sino de la explotación que hace el estado en contra de los trabajadores.
Lo ocurrido en China con los obreros es el acto de esquirolaje más grande del que se tenga noticia, que afectó a una buena parte de los trabajadores de la tierra, demostrándose inequívocamente que el principal esquirol de todos los tiempos ha sido el comunismo.
De pronto el presidente Petro, alimenta sus afirmaciones sobre el muro de Berlín, basándose en la lll Internacional o Internacional comunista, inventada por Lenin en 1919 y que indudablemente fue de bolsillo y totalitaria, liquidándose el 15 de mayo de 1943, a tal Internacional se afilió en 1935, el partido comunista colombiano que hoy forma parte del gobierno del Pacto Histórico, y aunque hace décadas que desapareció el bodrio de la Internacional comunista que hablaba a nombre de los obreros del mundo, sin embargo se conservan los viejos resabios, afirmándose sin ningún empacho y de manera descarada que la doctrina que deben de seguir los trabajadores es la marxista, pues no de otra manera se puede entender lo dicho por el presidente Gustavo Petro en Alemania.
Definitivamente en Colombia lo que aconteció con el jefe del estado, especialmente con sus afirmaciones sobre el muro de Berlín deberían dar para un debate político e ideológico de mucha profundidad; puesto que el problema de eructar estupideces es que hay personas que las creen y las apoyan.