Y es que la aftosa ha reaparecido por descuido del Gobierno, por la estúpida polarización en que cayeron uribistas y santistas y por haber repetido una costumbre muy colombiana: la de desbaratar todo lo que funcione bien. La vacunación de la aftosa, que nos mantenía lejos de la enfermedad, se hacía a través de la Federación Colombiana de Ganaderos y los comités departamentales. Cada dueño de reses era responsable de inscribir sus animales, adquirir la vacuna (que fabricaba Vecol) y de aplicarla. Hubo solidaridad total entre ganaderos para salvarse de la peste. Pero llegó Santos al poder y en su manía imperdonable por dividir al país entre los partidarios suyos y los del expresidente Uribe, se metió hasta en el gremio ganadero y partió en dos responsabilidades y consecuencias. Los procedimientos para vacunar, los controles para supervisar la aplicación y calidad de las vacunas y la voluntad nacional de los ganaderos se volvieron chicuca. En ello ha colaborado enormemente el ministro de Agricultura prestándole un servicio patojo al capricho del Enrique VIII que nos gobierna. Pero lo que es peor, es la incapacidad demostrada por el Ministerio y sus dependencias al no asumir la crisis revisando la efectividad de las cepas de las vacunas, el registro de los animales vacunados y el censo de los vacunadores. Es la aftosa de Santos que otros llaman desgobierno. @eljodario eljodario@gmail.com Publicado en Diario ADN, julio 13 2017.