La pregunta que me surge es qué tanto estamos conectados con la comunidad internacional a través de diferentes variables. En el caso del comercio, desde el año 2014 la balanza comercial ha sido deficitaria y son muy pocos los nuevos mercados que se aprovechan para la exportación. Continúa el país concentrado en los destinos típicos y con la canasta exportadora tradicional: commodities, materias primas, con TLC firmados, en vigencia pero no en aprovechamiento. En el caso de las cadenas de valor de la ganadería colombiana, apenas la semana pasada se dio vía libre a la exportación de productos lácteos hacia México, a pesar que el TLC con dicho país se encuentra vigente desde 1995, y su etapa de renegociación se hizo efectiva en agosto de 2011. Siete años para tener un visto bueno, sin que eso implique, hasta ahora, la exportación de un litro de leche o un kilo de queso, pues aparece otro lastre: la competitividad. En el caso del sector cárnico, los principales mercados con los cuales tenemos TLC no son aprovechados por variables puramente de admisibilidad sanitaria, tarea con calificación en rojo para el ICA. La válvula de escape para el sector ha sido la exportación a países con los que no se cuenta con TLC. Por supuesto son mercados que se deben aprovechar. Así mismo, si revisamos las cifras de inversión extranjera directa en Colombia durante la última década, si bien se han incrementado, siendo poco más del 4 % del PIB, mantienen concentración en el sector extractivo y petrolero, sin que se abra el país a nuevas oportunidades de negocio en otros sectores. Sin duda, la inseguridad jurídica y las altas cargas tributarias nos desligan de la comunidad internacional: espantamos al inversionista. Precisamente el ranking Doing Business del Banco Mundial coloca a Colombia en el puesto 127 en temas de comercio transfronterizo y en el 177 en el cumplimiento de contratos, en una lista de 183 países, lo que indica que para mejorar realidades de inserción comercial internacional la tarea está por hacerse. No es situación diferente en la conexión que el país tiene en materia de inserción institucional internacional. De hecho, el país hasta hace pocos días pertenecía a UNASUR, institución insoluta y débil que no contribuyó en el realce de los principios democráticos de la región. Justamente, la crisis que el país ha tenido que soportar con el tema del desplazamiento de ciudadanos venezolanos, en conjunto con otros países de la región, muestra que es de poco interés para la comunidad internacional lo que ocurre. Solo es necesario ver si la acción de la ONU o la OEA ha sido efectiva para resolver, o al menos mitigar, la problemática. Aún hace falta tarea por realizar para que seamos notorios en el escenario internacional y aprovechemos dicha condición. Por supuesto la labor es interna y para ello se requiere el fortalecimiento institucional en todos los ámbitos del que hacer público y privado.