En el mes de enero el sector ganadero logró exportaciones por US$37,6 millones, que representan en valor una disminución de 26% frente al mismo mes de 2022. La cifra no es mala pues el dato de enero de 2023 también muestra un crecimiento de 37% frente a enero de 2021 y de 187% respecto al de 2020.
Hay que tener en cuenta que en 2022 ya se registraban exageradas alzas en los precios a nivel mundial de diferentes bienes que incluyen los productos de origen ganadero; mientras que en 2023 ya se nota alguna tregua en la crisis inflacionaria mundial. En ese sentido, el precio internacional de la carne y de commodities lácteos ha venido disminuyendo por lo cual la facturación ha tendido a bajar así el volumen exportado hubiese sido similar.
Efectivamente, el precio implícito de una tonelada de carne colombiana exportada fue de US$4.328 en enero de 2022 mientras que en 2023 llegó a US$4.040, es decir 7% menos, que es una situación de baja de precios común en un escenario “pos-inflación” y con menor ritmo de crecimiento económico mundial. No es diferente con la leche en polvo exportada que en enero pasado registró un precio implícito de US$3.836 por tonelada, frente a US$4.002 que promedió en 2022.
Pero aparte de la ralentización de la economía global, con mayores tasas de interés, desestímulo del consumo e incertidumbre financiera; en el caso de Colombia deben agregarse otras variables de interés que podrán afectar la realización de nuevos negocios y emprendimientos, si es que ya no está ocurriendo.
Lo primero es el deterioro de la seguridad urbana y la gran afectación de las actividades de comercio que se encuentran bajo situación de amenaza y extorsión por parte de grupos al margen de la ley. Vale la pena recordar que este sector económico genera el 18% del empleo nacional.
Pero, además, se hace cada vez más critica la seguridad rural, que de no tomarse medidas efectivas e inmediatas, afectará el buen desempeño económico de 2022 de sectores como el cafetero, bananero, floricultor y por supuesto el ganadero.
A lo anterior hay que sumar el gran encarecimiento de los costos laborales, propuesto en la nueva reforma laboral que no evalúa estrategias para generar nuevo empleo y tampoco brinda herramientas para disminuir la informalidad. Al contrario, puede generar unos efectos colaterales perversos de menor generación de puestos y destrucción de buena parte de los actuales.
Agreguemos que el Estado se echa cada vez más cargas fiscales encima proponiendo hacer lo divino y humano; empezando por la reforma pensional, que, al obligar a los salarios, y proporciones, por encima de más de 3 salarios mínimos mensuales a pertenecer al régimen de prima media (Colpensiones), le coloca al país un pasivo pensional adicional importante.
Sumemos el costo fiscal de un nuevo diseño y construcción del metro de la capital, la soterrización de las vías de ingreso a Bogotá, construir un tren de Buenaventura a Barranquilla, comprar la empresa Monómeros, en fin. Claro todo es posible, lo importante es generar cada vez más ingresos y traída de inversión al país, pero al contrario ésta parece estarse espantando.
@ojcubillosp