Situación diferente es la que ocurre con el contingente que proviene desde EEUU. Para 2024 será de 17.261 toneladas de leche en polvo que tradicionalmente se consumen en el primer trimestre del año; incluso en algunos años anteriores ya el 1 de enero se había agotado más del 50% del volumen del cupo.
Sin embargo, para 2024 pareciera haber menor atracción por el uso del cupo, pues al término del 2 de enero solo se había importado el 3,57% de estas 17.261 toneladas. Sería una buena noticia tener menor presión de productos importados, lo que indicaría, de un lado que hay oferta de leche, y de otro, que el precio de la oferta local es más competitivo que el importado.
Pero resulta importante tener presente que en las últimas semanas la plataforma de la DIAN para realizar importaciones ha tenido graves y extendidos problemas que en definitiva han impactado en los volúmenes que ingresan al país. Lo que no quisiera pensar es que solo se estén represando las entradas y en cualquier momento tengamos una gran ola de importación de leche en polvo.
Claro, resulta poco común la dinámica actual del cupo desde EEUU, pues la tasa de cambio en los últimos días ha estado muy por debajo de los $4.000, lo que favorecería la importación, y aunque el precio internacional de la leche repuntó ligeramente en el último trimestre de 2023, no lo hizo excesivamente, para que resulte no atractivo importar.
Pero buscando más argumentos a favor de la poca dinámica importadora, que es un buen escenario para nuestros productores, también hay que ver que, a pesar de hablar de verano y fenómeno de El Niño, se siguen registrando lluvias. Solo es cuestión de ver los pastos y forrajes de la finca para ver que siguen en buena condición; sin desconocer que en la costa Caribe es más notoria la temporada seca y que en la Andina se ha tenido intermitencia con las lluvias.
Ahora bien, la industria lechera ha mantenido un inventario de leche en polvo entera que para inicios de noviembre registraba la cifra más alta desde marzo de 2021, cerca de 15 mil toneladas, lo que indica que ante las alertas por verano y con un precio interno a la baja, optaron de manera racional por mayor abastecimiento. No es diferente en leche en polvo descremada, aunque con un inventario evidentemente menor al de la entera, pero históricamente de los más altos para el fin de año.
A partir del arreglo pleno de la plataforma de la DIAN podremos saber con certidumbre si 2024 también será un año de altas importaciones, como 2023, o estamos llegando a un escenario en donde la producción de leche colombiana, a pesar de los fuertes golpes, y de cara al libre comercio el 1 de enero de 2026; está logrando mayor capacidad de adaptación, de productividad y de competitividad frente a la importada.