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columna

Hemos comenzado a pincelar la Venezuela agrícola distinta

por: Werner Gutiérrez Ferrer- 31 de Diciembre 1969

Quienes mal dirigen nuestra hermosa Venezuela no entendieron nunca que la agricultura es un acto de fe, de compromiso con la nación, transferido de generación en generación, de infinita perseverancia y constancia, detrás de una mejor cosecha.

Quienes mal dirigen nuestra hermosa Venezuela no entendieron nunca que la agricultura es un acto de fe, de compromiso con la nación, transferido de generación en generación, de infinita perseverancia y constancia, detrás de una mejor cosecha.

En noviembre del año 2019 hice referencia en mi columna “La agricultura venezolana se reinventa” a la Venezuela maltrecha, que frente a los traspiés de un gobierno irresponsable, insistía desde su ruralidad en mantenerse de pie. Destacaba esa Venezuela que daba muestras de haber aprendido a parchar con esperanzas, sus momentos más difíciles.

Muy a pesar que la posición de “reinventarse” es estigmatizada por cierto sector de la sociedad venezolana, me atreví a señalar ese año que uno de los pocos sectores de la economía nacional que comenzaba a mostrar indicios de atravesar un proceso innovador para buscar su independencia de la inacción a ratos, y de la destrucción a momentos, por parte del gobierno, era el sector agropecuario.

Luego de haber tenido el honor de vivir la experiencia de la Asamblea Anual 2022 de la Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (FEDEAGRO) en la ciudad de Mérida, realizada bajo el lema “las bases para el despegue del sector agrícola”, puedo afirmar, con profunda convicción, que la agricultura venezolana ha ingresado sin retorno, a una nueva y positiva etapa.

Los productores venezolanos, movidos por la certeza de saber que actúan de la manera correcta, han dado un gran paso adelante. Lliderizan este inédito proceso, productores con verdadero pensamiento empresarial, dispuestos a aceptar los retos de las nuevas formas de organización, del uso de novedosas tecnologías, y mejorando las ya empleadas, con plena consciencia de estar obligados a la diversificación e integración, construyendo una agricultura más eficiente.

Este proceso no sólo se presenta en los rubros tradicionales como maíz, arroz, caña de azúcar y café en los cuales los directores de FEDEAGRO nos comparten la grata noticia de estar logrando recuperación en la superficie de siembra y los rendimientos por unidad de superficie.

Acertadamente, la Junta Directiva de FEDEAGRO bajo el liderazgo de Celso Fantinel, realiza esta asamblea en Mérida. Desde tierras andinas dan un espaldarazo a los productores de hortalizas, rubro del cual se estima igualmente un incremento de 30 % en la superficie de siembra con respecto a los difíciles años recientes.

Desde FEDEAGRO también se impulsa el cultivo de palma aceitera, banano, plátano, cacao y otros frutales, motivando a los productores a organizarse. Para el ciclo norte verano, se anuncia el cultivo de girasol como alternativa. También se trabaja en la consolidación del frijol chino como rubro de exportación.

Necesario es resaltar el indisoluble compromiso del productor primario con las necesidades de nuestro pueblo. Saben que al aumentar la producción y productividad de sus cultivos, mejorará la oferta de alimentos y por tanto su accesibilidad, coadyuvando a mitigar el triste paisaje de subalimentación y desnutrición generado por el “Socialismo del Siglo XXI”.

El sector agrícola privado, junto a las empresas de agrosoportes y agroservicios, demuestran madurez, y aprendizaje. Aun en un escenario desfavorable, la agricultura venezolana construye los senderos hacia su desarrollo sostenible. Tenemos consciencia que avanzar hacia un escenario favorable no depende de líderes mesiánicos, o de protagonismos aislados, ni es responsable dejarlo a la suerte, esperando equivocadamente que aparezcan las condiciones.

Los productores promueven, acompañados por FEDECÁMARAS, estrategias de diálogo con los diferentes sectores del circuito productivo. Se trabaja desde lo individual hacia lo colectivo, compartiendo como norte el objetivo de no dejar a nadie atrás, para cerrar brechas, construir igualdad, generar tejido social y promover la interconexión de los diferentes actores del circuito agroalimentario.

Quienes mal dirigen nuestra hermosa Venezuela no entendieron nunca que la agricultura es un acto de fe, de compromiso con la nación, transferido de generación en generación, de infinita perseverancia y constancia, detrás de una mejor cosecha. Se equivocaron en su intento de desprestigiarlos, de señalarlos como terratenientes oligarcas. Hoy la opinión pública nacional está del lado del sector privado productor de alimentos.

El país está claro que para poder expresar el potencial agroproductivo que poseemos, debe consolidarse un estado de derecho pleno, bajo un nuevo modelo político – económico y social que de sustento a la propiedad privada de la tierra y de los bienes de producción, en un escenario de libertades económicas.

Tenemos un largo camino por recorrer, sin embargo, pido a Venezuela, y al mundo entero, seguir de cerca el hermoso fenómeno que se respira en nuestra ruralidad. Desde el sector agropecuario venezolano privado damos el ejemplo de la Venezuela posible, aprendiendo a labrar nuestro propio futuro, nuestro propio destino, sin ataduras a un estado fracasado, anclado a su modelo anacrónico.

Ellos juegan a que no, nosotros apostamos todo a que sí. Hoy lo ratificamos ante el país, no lograrán doblegar jamás al sector agropecuario venezolano. Nos hemos ganado a pulso, y sin permiso, con hechos conquistados a fuerza de tesón e innovación, tener el derecho a pincelar la Venezuela agrícola distinta. ¡Si se puede!