“Quien no ha entregado su sangre, que entregue el dinero”. Benito Mussolini, Milán, 9 de junio de 1919.
Hay cosas que provocan cortos circuitos. Cuando, por ejemplo, la historia asalta el presente.
Hoy cedo mi columna a la historia.
El problema está claro. La nación es como una gran familia. Las arcas están vacías. ¡Quién ha de llenarlas? ¿Nosotros, tal vez? ¿Nosotros, que no poseemos casas, automóviles, bancos, minas, tierras, fábricas, billetes? Quien puede “debe” pagar. Quien puede debe desembolsar. Una de dos: o los benditos terratenientes se expropian a sí mismos y entonces no habrá crisis violentas, porque nosotros somos los primeros en aborrecer la violencia entre gentes de la misma raza y que viven bajo el mismo cielo; o se mantendrán ciegos, sordos, tacaños, cínicos, y entonces dirigiremos las masas de combatientes contra los obstáculos y los arrollaremos. Es hora de los sacrificios para todos. Quien no ha entregado su sangre, que entregue el dinero.
Benito Mussolini, Milán, 9 de junio de 1919.
Discurso en las escuelas de corso di Porta Romana sobre los tumultos populares contra el aumento del costo de la vida.
Primer mitin público de los Fascios de Combate.
Hoy no creo que sea importante dar mi opinión. Creo importante darle mi espacio a la historia para que hable por sí misma.
Fascios de Combate. Así nació el fascismo.
Después no digas que no lo dije.