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columna

¡Hay que barrer!

por: Miguel Gómez Martínez- 31 de Diciembre 1969

El hedor de la corrupción ya es inaguantable. Ha llegado a todas las esferas del poder público, desde la Presidencia hasta las alcaldías más pequeñas. Del Amazonas a San Andrés y del Chocó al Vaupés. Ninguna institución se salva. Se roban las obras públicas pero también los hospitales y las universidades. Se roban los recursos para alimentar los niños y las vacunas.

Como buenos fariseos, todos estamos escandalizados de la corrupción en las altas cortes. La verdad es que hace años que había rumores de los montos que se pagaban por sentencias. Y no sólo en la Corte Suprema de Justicia.     Ser operador judicial no es honorable pero se volvió buen negocio. Jueces y fiscales, procuradores y contralores están tocados por el dinero de los hampones. Todo el mundo lo sabe pero ahora nos damos por sorprendidos. Los jueces que caen hoy son los más descarados, pero no son los únicos sucios. Ojalá caigan más porque de lo contrario nos quedaremos con el virus adentro.

Está claro que para estos jueces todo es posible. De ahí la alegría de Santos cuando dejaron a un lado todos los principios del estado de derecho para justificar la paz con impunidad. No les importaba condenar por razones “políticas” a quienes había osado cuestionar su “transparencia”. Como bandidos, se tapaban las espalda y como mafiosos se nombraban unos a otros en diferentes instancias para poder cuadrar los fallos.   Menos mal los Estados Unidos intervinieron pues las instancias judiciales colombianas nunca los habían tocado a pesar de lo que se escuchaba sobre la podredumbre en la Corte.   Ojalá puedan ser extraditados para que se sepan más verdades sobre la justicia colombiana. De lo contrario entraremos en el túnel de la Comisión de Acusaciones donde serán juzgados por aquellos que los compraron para que los absolvieran.   Para el ciudadano lo que sucede le produce asco.   Asco da Odebrecht y la confirmación de la corrupción en dinero líquido en las más altas esferas del gobierno.   Asco da la mermelada que Santos reparte como si no fuera dinero ganado honestamente por los sectores productivos del país y que llegan a las manos de sus aliados políticos en las regiones.   Asco produce la evidencia de la corrupción en la Fiscalía mientras sus patrocinadores, se pasean por el Palacio Presidencial según dicen los medios.   En la justicia hay que barrer porque no hay alternativa. Los pocos justos pagarán por los muchos pecadores.   Kienyke, 22 de agosto de 2017