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columna

Hace un año atentaron contra la vida de Fernando Londoño Hoyos

por: Eduardo Mackenzie- 31 de Diciembre 1969

¿No es raro ver a la Fiscalía General de la Nación organizando en Bogotá foros por la liberad de la prensa? A mí me parece que hay como un resbalón raro de atribuciones y prioridades. Ninguna de las nueve funciones que le fija la Constitución a la Fiscalía General, y ninguna de las seis funciones especiales que la Carta le fija al Fiscal General tienen que ver con el ejercicio del periodismo.

¿No es raro ver a la Fiscalía General de la Nación organizando en Bogotá foros por la liberad de la prensa? A mí me parece que hay como un resbalón  raro  de atribuciones y prioridades. Ninguna de las nueve funciones que le fija la Constitución a la Fiscalía General,  y ninguna de las seis funciones especiales que la Carta le fija al Fiscal General tienen que ver con el ejercicio del periodismo.

Empero, la Fiscalía General de la Nación, montó muy orondamente un evento solemne titulado “Foro Nacional Libertad de Prensa, Debido Proceso y otros derechos”, donde el presidente Juan Manuel Santos tomó la palabra para subrayar su “absoluto y total compromiso” con la defensa de la libertad de expresión y la libertad de prensa. (Lea: Londoño y Lafaurie hablaron de lo que viene para Colombia)

Lo más asombroso fue que, al final de su intervención, el jefe de Estado recalcó que la crítica a su Gobierno era “bienvenida y necesaria”. La frase completa de él fue así: “La crítica es bienvenida, es necesaria, es importante, para que la democracia, que es un proceso de mejoramiento continuo, de permanente mejoramiento continuo, pueda continuar afinando sus instrumentos y mejorando su comunicación”.

Dejemos pasar eso de que el derecho a criticar es un instrumento para “mejorar la comunicación de la democracia”, lo que  equivale a reducir a muy poco la libertad de expresión, y miremos un hecho: quien hace esas bellas frases sobre tópicos tan trascendentales es el mismo que desde la jefatura del Estado trata de deslegitimar a sus críticos con calificativos infamantes como eso de que son “enemigos de la paz”, “miembros de la mano negra”,  agentes “de la extrema derecha” y otras bellezas. (Columna: La lógica del terror)

Podríamos creerle a Santos si sus frases no hubieran sido precedidas por maniobras para recortar la libertad de expresión. En estos momentos hay por ahí un proyecto legislativo que apunta a prohibir la sátira política y la crítica humorística. Sus padrinos no son gente de la oposición. Muchos periodistas ven en eso un potencial golpe contra las libertades del país.  Nadie puede olvidar, por otra parte, que Santos no hizo nada para impedir que a importantes voceros de la oposición les cerraran las páginas de los periódicos porque estaban incomodando con sus escritos tanto al Gobierno como a los altos heliotropos de la Justicia.  

Lo más indignante es que ese foro de la Fiscalía haya coincidido con el primer aniversario  del sangriento atentado  que sufrió el editorialista de oposición  más importante del país, Fernando Londoño Hoyos, sin que hasta ahora la Fiscalía haya sido capaz de elucidar plenamente ese crimen. De ese atentado en pleno centro de Bogotá, el 15 de mayo de 2012, Londoño salió gravemente herido,  dos de sus escoltas perdieron la vida y más de treinta personas fueron heridas.   

La sofisticada bomba que los terroristas estallaron contra el director de La Hora de la Verdad es el mayor atentado contra la libertad de la prensa que se haya cometido en Colombia desde el asesinato de don Guillermo Cano, director de El Espectador, a manos de un cartel de la droga, el 17 de diciembre de 1986.  Sin embargo, Santos no se dignó decir una sola palabra sobre ese hecho en ese Foro. ¿En qué queda eso de que la crítica al Gobierno es “bienvenida”?