Como era de esperarse: en una psiquis paranoica como la de Gustavo Petro, una movilización como la que hicieron los reservistas en la Plaza de Bolívar tenía que provocarle otra crisis histérica.
Que si las declaraciones del coronel Marulanda fueron excesivas o no, mal dichas o no… cada cual podrá hacerse su propia opinión. El clima de tensión actual da para que cada quien corte la tela como quiera cortarla. Pero lo que de ninguna manera se justifica es que se aprovechen de esas declaraciones para salpicar con estigmas y sospechas a una movilización que fue absolutamente cívica y pacífica.
Gustavo Petro se aprovechó de las declaraciones del coronel Marulanda para agitar públicamente el fantasma de un golpe de Estado que vienen difundiendo al interior de las filas paranoicas del Pacto Histórico. Una vez más, Petro quiere tratarnos a los colombianos como si fuéramos estúpidos.
Lo primero que tienen que explicarnos es dónde está el llamado al golpe de Estado en las palabras del coronel Marulanda. Entre otras razones porque no es propio de los golpes de estado hacer un llamado público al golpe de Estado. Hacer un llamado público a un golpe de Estado resultaría tan ridículo como salir a distribuir las invitaciones a la fiesta de un matrimonio al escondido (cuando los había) o como haber aceptado un homenaje público por haber sido nombrado fiscal o juez sin rostro (cuando los había). Lo que la Historia enseña es que los golpes de Estado ni se convocan ni se anuncian. Se conspiran y se ejecutan (cuando se ejecutaban, por lo menos en América Latina).
Todo, por la sencilla razón de que los golpes de estado forman parte de la historia de las conspiraciones. Es decir, de aquellas maniobras por el poder que se urden en secreto, conspirativamente, para sorprender, violentamente, sin dar lugar a revirar. Por eso resulta tan inaudito el embuste de retorcer las declaraciones por la radio de un coronel retirado, desde hace años, para montar el cuento de que están intentando un Golpe de Estado.
Por el contrario, la respuesta que Gustavo Petro le dio a la movilización de los reservistas sí fue conspirativa. No fue la del presidente de una democracia sino la de un tirano. En vez de atender su mensaje con respeto democrático, se dedicó a manipularla. Salieron él y su ministro de Defensa a hablar de una tal mesada 14 que nadie mencionó nunca con el fin de convertir un reclamo político ciudadano en una petición mendicante.
En la mente conspirativa y paranoica de Petro los reservistas solo pueden ser vistos como los antiguos miembros de unas fuerzas armadas asesinas, tal cual las califica cada vez que las menciona (basta leer sus palabras en el libro autobiográfico que publicó durante su campaña electoral). Petro no baja a las fuerzas armadas de asesinas. Por eso es que quiere acabar con ellas y entregarles sus funciones a sus milicianos. Lo que pasa es que Petro no tiene la menor intención de cumplir con el deber elemental de diferenciar entre lo que pasa por su mente y lo que establecen la Constitución y las leyes. Ese es uno de los problemas típicos de los tiranos: creer que constitucional y legal es todo aquello que se les ocurre.
Pero la maniobra va más allá. Desde hace tiempo vengo insistiendo en que la verdadera estrategia de Petro consiste en milicianizar el país. En paralizar a las fuerzas armadas constitucionales para que sus milicias crezcan y le impongan sus intereses, su poder y sus arbitrariedades al resto de la sociedad. Tal como lo hicieron los colectivos de Chávez en Venezuela y como lo hicieron los bolcheviques de Lenin en Rusia, las SA (Camisas Pardas) de Hitler en Alemania o las Scuadras (Camisas Negras) de Mussolini en Italia. En el mundo hay muchos ejemplos de cómo las democracias fueron asaltadas por tiranos que decidieron milicianizar sus partidos y sus bases sociales para convertir sus gobiernos en poderes totalitarios mediante el uso de la violencia.
Pero ojo: hay que comprender que la estrategia de milicianizar no para con la milicianización de las bases políticas y sociales propias de los tiranos. También consiste en llevar a sus contrarios a un grado de desesperación tal, que ellos también caigan en la tentación de organizarse conspirativamente para responder de forma violenta a las acciones violentas de que están siendo víctimas. El escenario ideal de la milicianización es el de llevar a la sociedad a una confrontación dada entre milicianos. Milicianos de un lado matándose contra milicianos del otro lado.
Esa es la trampa en la que no podemos caer. Debemos acudir a ejemplos propios y extranjeros que nos despierten la conciencia sobre el riesgo que corremos. La Violencia de los años 40 y 50 que sufrimos los colombianos es un ejemplo propio y aún cercano de lo que eso significa. También valdría la pena que las nuevas generaciones estudien la Guerra Civil Española. Creo que allí podemos observar los grados de salvajismo y dolor a los que puede llegar una nación cuando se deja despedazar por milicianos de todo pelambre.
Por eso insistimos tanto en que uno de los propósitos fundamentales del Referendo contra la milicianización de Petro, que hemos convocado, consiste en que nuestra respuesta es y debe ser CIUDADANA. Aún estamos a tiempo de asumir este desafío como CIUDADANOS. Tenemos que salir a defender la democracia y la Constitución con las herramientas de la Constitución y la democracia que aún nos rigen.
Para nosotros, en Colombia sigue rigiendo una Constitución que nos reconoce unos derechos y unas garantías que nuestro pueblo conquistó a través de muchas generaciones. Nosotros no damos esa Constitución por perdida ni por rendida.
Por eso no aceptamos el desafío de milicianos contra milicianos. Por eso el referendo es un desafío entre ciudadanos y milicianos. Con el referendo los ciudadanos vamos a salir a defender nuestra democracia de la milicianización que tiraniza.
Mientras Petro y sus aliados se dedican a milicianizar, nosotros los ciudadanos nos dedicaremos a ciudadanizar.
Ciudadanizar. El referendo también es una forma de ponerle verbo a la ciudadanía. Es vivir la ciudadanía en clave de verbo, en clave de acción, en clave de hechos. Hechos de democracia y de paz. De verdadera paz.
Como lo reza el Padre Nuestro: “No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal”.
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