Si bien las tierras más bajas, planas y fértiles podrán ser usadas en cultivos como la palma de aceite, lo más probable es que la ganadería seguirá ocupando la mayor parte de la tierra durante varias décadas.
Si los ganaderos optan por hacer la transición hacia una producción a la vez más rentable y amigable con la naturaleza, harán una gran contribución a la conservación de la biodiversidad.
La restauración y protección de los corredores ribereños y los márgenes de las ciénagas es fundamental para la conservación de especies, como el bagre rayado, el manatí, el chigüiro y la babilla, en tanto que la conexión de los fragmentos de bosque es vital para especies como la marimonda y el paujil de pico azul.
El mejoramiento de vías como la Ruta del Sol logrará que una población urbana de 12 millones de colombianos pueda acceder a los recursos del Magdalena Medio. Esta es una oportunidad para el ecoturismo y un mercado para los productos ganaderos sanos. Para aprovechar esta gran oportunidad es necesario que los ganaderos empiecen a pensar en la biodiversidad como motor del desarrollo sostenible de la región.