Por supuesto, lo deseable es que el Estado intervenga lo menos posible en el mercado pues su excesiva participación puede producir daños económicos: ejemplo de ello son Venezuela, Cuba o Corea del Norte.
Así mismo, hay situaciones que el mismo mercado no será capaz de crear, y que necesitan del Estado para que dé el impulso que activa oferta y demanda de un bien o servicio.
En el caso ganadero colombiano existe una situación particular: la regular dinámica de las exportaciones de carne desde finales de 2018. Claro, la explicación de tal situación tiene origen en la pérdida del estatus sanitario por los focos de aftosa registrados en octubre de dicho año.
El mercado por sí solo no será capaz de remediar tal situación, es una falla de mercado, que solo podrá resolverse con la activa y eficaz participación de nuestro Estado. Es entonces el objetivo, aprovechar las inmensas posibilidades que tiene nuestra ganadería para exportar carne, ¿cómo lograrlo?
Para no apuntarle a todo, como es común en la cultura latinoamericana, es necesario focalizar las principales problemáticas, que al resolverlas nos permitiría obtener el impulso del que hablamos. ¿Cuáles son ellas?
Considero que son solo dos los puntos de interés, que, con un trabajo efectivo, le darían una buena y creciente dinámica a las exportaciones de carne.
El primero de ellos, por supuesto recuperar el estatus sanitario como país libre de aftosa. Es preciso tener claro que la complejidad no está en recuperarlo más sí está en mantenerlo pues el riesgo es permanente por nuestra vecindad con Venezuela.
De allí la importancia de la creación de diferentes zonas sanitarias con el fin de evitar un riego geográfico idéntico. Si se presenta un foco aftoso la división sanitaria permitirá que solo se vea afectada una de ellas y las demás puedan seguir con la comercialización interna y externa sin mayor problema.
El segundo punto para tener en cuenta es el de contar con un sistema efectivo de trazabilidad bovina y que pueda ser universal, entendido como el que identifique el ciento por ciento del inventario ganadero, al menos dentro de una zona sanitaria, que tendrá una ventaja competitiva internacional frente a las que no lo realicen.
El ejemplo es claro, con el caso de Uruguay, que al año invierte menos de USD 2 millones en su sistema de trazabilidad e identificación bovina, y logra exportaciones por más de USD1.400 millones en carne, especialmente, pero también en bovinos en pie.
Lo demás es labor del mercado. Si logramos avanzar y consolidar esos dos puntos de interés: a) la consolidación sanitaria y b) la trazabilidad e identificación animal, tendremos puertas y ventanas abiertas para abastecer a gran parte del mundo.
Focalicemos, hay que apuntarle a lo estratégico.