FEDEGAN tuvo la razón

Por expresar tal opinión, legítima, Lafaurie fue catalogado de incendiario por decir lo menos. Sin embargo, solo once meses después se presentaba el primer brote de aftosa de una seguidilla de eventos que hasta la semana pasada no acaban de terminar y que le han ocasionado al sector inmensas pérdidas económicas y reputacionales. Lafaurie tenía razón.   Para 2016, los policymakers, esos que hoy deberían estar aceptando su responsabilidad por haber llevado al traste la sanidad animal del sector, esos que para la época decían “yo respondo por los ganaderos”, se vanagloriaban haciendo criticas al funcionamiento del Fondo Nacional del Ganado. Recuerdo con precisión como publicaron en diferentes medios, y con nombre propio, los salarios de los empleados del hoy ya liquidado FNG, acusando de ser una alta nómina y que, según ellos, con la nueva estructura organizacional, hoy llamada Cuenta Nacional de la Carne y la Leche - CNCL, se ahorrarían unos pesillos.   Pues ese “ahorrito”, significó que retornara la aftosa a Colombia, se perdiera el estatus sanitario del país y se cerraran los mercados internacionales. Seguro que da para escribir un libro de como los entonces empleados del FNG fueron llamados “parásitos” y maltratados permanentemente.   Y es que el FNG no era solo una cuenta parafiscal, FNG era talento y calidad, era conocimiento y experticia, eran resultados: el resultado de erradicar la fiebre aftosa en 2001 de la Costa Caribe y en todo el país desde 2009. Ya nada de eso existe.   Hoy ese grupo de “genios” del sector público del anterior gobierno solo sale a manifestar que todo es culpa del contrabando, su valor civil no les permite más. Pero es que contrabando de animales desde Venezuela ha existido desde muchas décadas atrás, solo basta revisar en Google notas de prensa de los noventa y lo comprobará.   Y aunque existía contrabando, también existían estrategias de FNG respecto a puntos de control para vigilar tal problema, y sobe todo existían procesos y procedimientos con una certificación ISO9001 expedida por una autoridad internacional que periódicamente auditaba en calidad lo que se hacía en materia de vacunación. Hoy ¿Quién certifica los procesos de la CNCL? ¿Quién responde por la aftosa en Colombia?   Ahora el lío es para el nuevo gobierno que hará inmensos esfuerzos por sanar la pésima herencia recibida. Lo único claro en este momento es que FEDEGAN tuvo la razón.