El enfoque que se ha puesto en práctica en Latinoamérica tiene sus raíces en la Europa del siglo XIX y en el Servicio Cooperativo de Extensión de USA creado en 1915, con agentes agrícolas en cada condado e íntimamente ligado a las universidades estatales, encargadas de hacer investigación aplicada y de formar a los extensionistas.
En Colombia durante el siglo pasado se implementaron diversos programas de extensión y asistencia técnica promovidos por el sector público. Desafortunadamente estas iniciativas se llevaron a cabo sin una visión de largo plazo, que incluyera recursos permanentes y un trabajo articulado con la institucionalidad del sector, por lo cual no tuvieron continuidad.
Siguen funcionando las UMATA pero con una visión desdibujada de la asistencia técnica y ha tomado fuerza la figura de las EPSEA, empresas muchas veces politizadas que se limitan a soportar su labor con listados de asistencia a los eventos, sin compromiso de generar impacto en campo.
Los programas gremiales han sido los más exitosos. Fedegán cuenta con Asistegan, que ha mostrado buenos resultados en términos de adopción de tecnologías, como se evidenció en el Proyecto Ganadería Colombiana Sostenible, desafortunadamente no ha contado con los recursos para masificar y dar continuidad a estas acciones.
Producto de lo anterior, el sector ganadero está lejos de alcanzar los niveles de productividad, rentabilidad y sostenibilidad ambiental que le permitan ser competitivo. En este contexto es necesario seguir trabajando con enfoque de Extensión Rural, que además de promover la adopción de tecnologías al interior de los predios, como lo hace la Extensión Agrícola, incluye aspectos sobre desarrollo regional, medio ambiente, organización de productores y cadenas de producción.
Cumpliendo lo establecido en la Ley 1876, los departamentos tienen formulados sus PDEA (Planes Departamentales de Extensión Agropecuaria); es necesario precisar que la extensión por sí sola no está en capacidad de tecnificar el sector, se necesita poner en marcha Programas de Innovación Regional con metas de mediano y largo plazo por cada cadena, que integren los actores responsables de la Extensión Gremial, la Formación, la Asistencia Técnica particular, la Extensión Universitaria y la Investigación.
Para que un programa de Extensión Rural genere impacto, debe ser permanente y requiere tener un método con fundamentos teóricos claros, que tome como eje central a las personas (el productor y su familia) y no a las tecnologías, además de estar dirigido a conseguir desarrollo regional y generar bienestar a las familias campesinas.
Mejorar la sostenibilidad de las pequeñas empresas exige diseñar planes de mejora elaborados por los mismos productores, así como contar con extensionistas que se preparen permanentemente tanto en lo metodológico como en las técnicas de producción sostenible y sigan una estricta planeación diaria; al mismo tiempo hay que hacer un seguimiento permanente a la gestión y al cumplimiento de las metas de impacto.
A fin de obtener los beneficios de organizar a los productores y disminuir los costos de atención, hay que fortalecer las asociaciones y cooperativas existentes, promoviendo la vinculación de nuevos ganaderos. Lo anterior permitirá crear Núcleos de Innovación en su interior, con la participación de un 20% de afiliados, a quienes se brinde acompañamiento por parte de los extensionistas, desarrollando paralelamente un trabajo de transferencia productor-productor con el 80% restante.
Para finalizar, es importante precisar que un actor fundamental en este proceso es la industria. El día que superemos la desconfianza mutua y logremos ser aliados en los procesos de desarrollo, no sólo superaremos a nuestros competidores, sino que contribuiremos a que el sector rural ofrezca condiciones de vida digna para sus pobladores.