Luego, no sería extraño que en un futuro no muy lejano, también se presenten quema de libros, pues cuando no se admite la opinión ajena, el fascismo empieza a mostrar sus garras. Ante la situación que se presentó en la Javeriana vale recordar la frase que se le atribuye al gran pensador francés Voltaire, seudónimo de Francois Marie Arouet (1694-1778), que afirmó: “No estoy de acuerdo con lo que dice, pero defenderé con mi vida su derecho a decirlo”.
Al no permitir el fascismo las opiniones contrarias, como ocurrió recientemente con Agustin Laje, no se está lejos del general franquista José Millán-Astray que, en la guerra civil española, pronunció la frase: “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!”; y la historia es rigurosa con respecto al fascismo que se manifiesta en diferentes corrientes políticas, porque desde su aparición ha buscado imponer la fuerza por encima de la razón. Pero es indiscutible que el origen del fascismo se encuentra en el marxismo, que ha usado diferentes atuendos para engañar a los pueblos; así pues, causa extrañeza cuando el presidente Gustavo Petro, califica de fascistas a contradictores ideológicos y políticos, desconociendo de pronto, la génesis de esa doctrina totalitaria.
Es repudiable que en diferentes partes de Latinoamérica, los seguidores de la secta del marxismo leninismo acusen a sus enemigos políticos de fascistas, como ocurre con el tirano de Nicolás Maduro en Venezuela, ignorando que el marxismo es el padre incontrovertible del fascismo, pues se tiene que afirmar sin rodeos que el fascismo es una creación del marxismo, ya que Benito Mussolini su fundador fue a principio del siglo XX militante del partido socialista Italiano y marxista fanático que hizo expulsar de ese partido a los social demócratas por blandos, además constituyó al fascismo para volverse más revolucionario y fortalecer el socialismo.
Los comunistas en Colombia también señalan, con sus idiotas útiles, de fascistas y ultraderechistas a los que rechazan sus dogmas y proyectos dictatoriales, como ocurre permanentemente en diferentes escenarios, en donde sus principales jefes llamaban a enfrentar al fascismo, desconociendo la historia concomitante entre marxismo y fascismo. Pero más increíble es que dirigentes marxistas acusen de fascistas a quienes cuestionan la dictadura de La Habana; cuando para hablar de fascismo se debería saber primero, ¿Quién fue Nicola Bombacci?
Joseph Goebbels, ministro nazi de propaganda del Tercer Reich, esbozaba: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”, lo cual significa que para que la verdad no sea distorsionada e ignorada, habrá que repetirla miles de veces y de forma vehemente, para que la mentira no prevalezca, porque la mentira es una arma de los totalitarismos como ocurre en el nazismo, marxismo y fascismo, de ahí que la verdad que nos ocupa ahora, indudablemente, es: el marxismo es el padre del fascismo.
El Duce instaurador del fascismo, fue amiguísimo de Lenin, quien no ahorraba elogios a favor de Mussolini, llegando a regañar a miembros del partido comunista italiano en 1922 durante una visita a Moscú, por haber dejado ir a semejante revolucionario, quien en palabras del sátrapa ruso era el hombre capaz de tomarse el poder en la península antes de 1914, a Benito Mussolini en su empresa fascista, lo acompaño nada menos que el ya mencionado Nicola Bombacci, fundador del partido comunista italiano; los dos fueron ejecutados en 1945, y las últimas palabras de Bombacci serían “¡Que viva Mussolini! ¡Que viva el socialismo!”.
Diferentes dictaduras han utilizado prácticas fascistas para oprimir naciones, sin importar el signo ideológico, quedando patentado que el marxismo es el progenitor del fascismo. Y para el caso colombiano tenemos bien sabido que los partidos de la democracia liberal no son golpistas ni fascistas, en cambio los grupos marxistas leninistas para alcanzar el poder y mantenerse en él, utilizan el “vale todo” que hace parte del método fascista.
El triunfo de los aliados en la segunda guerra mundial en 1945 del que también hizo parte la URSS, heredó la guerra fría que le permitió al comunismo internacional(padre del fascismo) proyectarse en diferentes países del mundo, a pesar de ser una doctrina inhumana y dictatorial, que crea nuevas monarquías y camarillas que después de conquistar el poder, busca perpetuarse para siempre en la dirección del Estado mediante la represión y el genocidio, a lo anterior se agrega que el difunto dictador cubano Fidel Castro, fue desde 1959 hasta el derrumbe de la Unión Soviética en 1991, peón de brega del Kremlin, para buscar que los países latinoamericanos cayeran en las fauces del Imperio Soviético.
Con la caída del muro de Berlín el tirano Fidel castro, aprovechándose del atraso conceptual e ideológico de algunos pueblos latinoamericanos, utilizó al líder sindical brasileño Lula da Silva para montar el Foro de Sao Paulo en 1990, y así reciclar los desechos del marxismo leninismo repudiados en el viejo continente, pero además contó con la ignorancia de Hugo Chávez personaje golpista con inclinaciones fascistas, quien se creía la encarnación de Simón Bolívar y un nuevo mesías para llevar a la región al “paraíso terrenal de la dictadura”.
Chávez ganó las elecciones en diciembre de 1998 en Venezuela, comenzando una pesadilla para la patria de Bolívar. Ante esas condiciones Castro ni corto ni perezoso sabiendo de las limitaciones del maniático venezolano, quien no pasaba de ser un simple pichón de comunista a pesar de su edad, lo utilizó implementando el socialismo del siglo XXI que para el tirano cubano era la manifestación moderna del marxismo.
Entonces, en el caso de los marxistas que usan diferentes pelajes, en especial el cultural, y que quieren impulsar una supuesta batalla ideológica de acuerdo a las nuevas condiciones del país; con lo sucedido hace poco con Agustín Laje, autor de libros como “Generación Idiota”, entre otros, se demuestra que los comunistas en Colombia directamente o por interpuestas personas, eluden el debate al no permitir conferencias de intelectuales que le hacen caer la hoja de parra, mostrando la desnudez ideológica, por lo cual los comunistas echan mano del método fascista para buscar callar a sus contradictores.